febrero 05, 2007

Del hecho al dicho

Palabras, palabras, palabras
©2007Milton Acosta

Muchas canciones de la liturgia evangélica actual contienen variadas formas para expresar amor a Dios en primera persona singular: “yo te amo”, “te amo”, “cuánto te amo”. Curiosamente, en la Biblia no existe registrado un solo caso en el cual el verbo amar se conjugue en presente, primera persona singular con Dios como objeto directo. Es decir, en ninguna parte de la Biblia hay alguien que le diga a Dios “yo te amo”, “te amo”, o “cuánto te amo”. ¡Increíble! ¿no es cierto? Es como si la Biblia estuviera mal, como si le faltara algo. ¡No puede ser!

El verbo hebreo aheb que se traduce como “amar” aparece 140 veces en el AT. 18 de estas está en primera persona singular: “yo amo.” Pero en ninguno el objeto es Dios. El libro de los Salmos contiene 150 poemas de diferente longitud y temática diversa. En ellos se expresa a Dios de todo: súplica, lamento, adoración, alabanza, declaraciones de fe y confianza. Sin embargo, nadie dice nunca a Dios “yo te amo.” Pero, hay una aparente excepción: Salmo 18:1, “El dijo, ‘te amo, Yavé, mi fortaleza.’” Se debe observar, sin embargo, que este es un caso de difícil traducción. El verbo aquí no es el que se usa para “amar” (aheb), sino raham, el cual se usa generalmente en piel y se traduce como “misericordia”, o “compasión”.[1]

En el NT griego hay varios verbos para “amar”, pero tampoco se da el caso, aunque hay aparentes excepciones: Jesús dijo “yo amo al Padre” (Juan 14:31); pero no son palabras dirigidas por Jesús a Dios, sino a los discípulos. El otro caso es Juan, quien pone un ejemplo: “si alguien dice ‘yo amo a Dios y aborrece a su hermano’…” (1 Juan 4:20). Esta es una suposición de Juan, que nos debe llevar a nosotros a suponer también que de hecho sí había gente que le decía a los demás, no directamente a Dios, ‘yo amo a Dios.’ ¿Y Pedro qué? Bueno, a Pedro lo puso Jesús contra la pared y le preguntó directamente tres veces si lo amaba. Pedro respondió tres veces “tú sabes que te amo”[2] (Jn 21:15–17). Es decir, no salió espontáneamente de sus labios ni lo dijo como expresión de adoración a Jesús.

A la luz de la evidencia, en toda la Biblia (no) hay un solo caso en el que alguien le dice a Dios “yo te amo” como expresión natural de su relación con Dios. Esto nos levanta algunas preguntas: 1) ¿por qué? ¿porque amaban menos a Dios?; 2) ¿por qué somos hoy tan proclives a decirle Dios todo el tiempo “yo te amo”? ¿porque lo amamos más?; y 3) ¿qué es lo que dice la gente en la Biblia que ama de Dios?

Por lo personal del asunto, lo más prudente es hacer observaciones y preguntas a la luz de la evidencia. El mandamiento más importante en la fe judeo-cristiana es amar a Dios, no decirle que lo amamos. La Biblia no registra todo lo que la gente dijo, pero si decirle a Dios todo el tiempo cuánto lo amamos fuera importante, raro sería que la Biblia no dijera el mandato y con muchos ejemplos.

Los cantos de la liturgia evangélica actual nos llevan entonces a preguntarnos si acaso no hemos trasladado la psicología de moda en las relaciones interpersonales[3] a la relación con Dios. ¿Somos una generación de cristianos más obedientes a Dios ahora que todos decimos a Dios en coro “cuánto te amo”?

Es posible que muchas de estas canciones sean compuestas y promovidas por personas que se imaginan una relación ideal padre-hijo, la convierten luego en canción y después en teología. Quienes han gozado de relaciones saludables con sus padres pueden dar fe de que lo más importante en la relación no es estarse diciendo permanentemente “te amo.” Tampoco es que haga daño decirlo y puede ser hasta bonito. Sin embargo, el hecho es que cuando hay verdadero amor entre padres e hijos no hay dudas; y si las hay no son los estribillos los que las disiparán. No nos engañemos. En la Biblia, la gratitud y la obediencia son los frutos más importantes del amor a Dios porque este es un amor ético nacido del pacto. Por eso es que hay abundancia de “cuánto amo tu ley”, “cuanto amo tus mandamientos”, “cuanto amo tu palabra”. Esto es todavía más bonito y cierra el trecho entre el dicho y el hecho.
©2007Milton Acosta

[1]Sal 18:1 es el único caso en el Antiguo Testamento donde raham aparece en qal, y su traducción común, aunque incierta por no tener paralelo, es “amar.” Cp. Abraham. Even-Shoshan, A New Concordance of the Bible: Thesarus of the Language of the Bible (Grand Rapids: Baker, 1989), 1072; Ludwig and Walter Baumgartner Koehler, The Hebrew and Aramaic Lexicon of the Old Testament, trans. M. E. J. Richardson, 2 vols., vol. II (Leiden: Brill, 2001), 1216–17; Luis Alonso Schökel, et al., Diccionario Bíblico Hebreo-Español (Madrid: Trotta, 1994), 699. Para un estudio completo del verbo, véase Willem A. VanGemeren, ed., New International Dictionary of Old Testament Theology and Exegesis, 5 vols. (Grand Rapids: Zondervan, 1997).
[2]Para una defensa de la sinonimia de los términos griegos traducidos como “amar”, véase D. A. Carson, The Gospel According to John (Grand Rapids, Michigan, Estados Unidos: Eerdmans, 1991), 675-77.
[3]Que en realidad poco funciona, a juzgar por países como Estados Unidos, donde es muy común que las parejas se digan mutuamente “I love you,” pero la tasa de divorcio es del 50% en primeros matrimonios y mucho más alta en segundos y terceros. Véase http://www.divorcerate.org/.

1 comentario:

Unknown dijo...

“te amo oh Jehová” eso sale en los salmos... obviamente el amor de Dios es superior porque Él es todo poderoso, pero igual hay que amarlo (Amaras al Señor con todo tu corazón con toda tu alma, con toda tu mente y con toda tus fuerzas)