La soberana gana
Milton
Acosta, PhD
Cuando Bruce fue comisionado como “Dios
interino” y se convirtió en Bruce “Todopoderoso”, se dio cuenta de que eso de ser
Dios es un asunto muy complicado para un ser humano. Tener poderes puede ser
útil y hasta divertido, pero administrar la historia y la vida de las personas es
un barullo de grandes proporciones. No vamos a resolver el problema aquí, pero
sí podemos proponer unas reflexiones.
Uno de los temas de mayor complejidad en
la teología bíblica es precisamente ese que muestra la citada película, la soberanía divina en relación con la
responsabilidad humana. La Biblia afirma las dos cosas sin ponerle mucha tiza.
Pero cuando uno se pone a pensar en el asunto, la lógica casi inevitablemente
lo lleva a concluir que las dos cosas no pueden ser ciertas. ¿Cómo puede Dios
tener todo determinado y al mismo tiempo el ser humano tomar decisiones
libremente? O lo uno o lo otro, pero no los dos a la vez.
Decir que una cosa es que Dios sabe lo
que va a ocurrir y otra es que lo determine podría parecer una solución. Sin
embargo, la Biblia afirma las dos cosas, no sólo que Dios lo sabía, sino que lo
determinó.
Uno de los personajes bíblicos que afirma
estas cosas es Pedro. Ya arrepentido y restaurado de su profunda caída al negar
que conocía a Jesús, Pedro se convierte en predicador evangelista y defensor de
la fe en Cristo. Muchos fueron los convertidos por su predicación; lo cual
sugiere que los oyentes entendieron su mensaje y que el Espíritu Santo actuó en
ellos. El problema es cuando nosotros, que tenemos una forma de pensar distinta
a los judíos del primer siglo, nos ponemos a examinar lo que Dijo Pedro.
Así interpreta Pedro la muerte de Jesús:
(1) Este fue entregado según el determinado propósito y el previo conocimiento
de Dios; (2) por medio de gente malvada ustedes lo mataron, clavándolo en la
cruz; y (3) Dios lo resucitó, librándolo de las angustias de la muerte, porque
era imposible que la muerte lo mantuviera bajo su dominio (Hech 2:23–24).
Dios tenía un propósito en la muerte de
Jesús, la determinó y lo sabía. Pero, quienes mataron a Jesús no son títeres de
Dios; son responsables por sus acciones, tanto los autores materiales como los
que estaban detrás de esa muerte. Pero, hay cosas en las cuales los seres
humanos no pueden intervenir de ninguna manera. Ninguna acción humana podía
detener la resurrección de Jesús. Se trata de una realidad ontológica de la
divinidad; es decir, por definición Dios está por encima de la muerte; no hay
decisión humana con poder alguno contra la resurrección de Cristo.
Una pregunta que surge de esta discusión
es si las tres afirmaciones de Pedro se aplican a todos los eventos de la
historia y a todos los seres humanos de todos los tiempos en todas partes del
mundo. La respuesta preliminar es que sí, que Dios sabe y determina la
historia, que los seres humanos somos responsables por nuestras acciones y que
los propósitos últimos de Dios no los detiene nadie. Si incluye a Judas (Jn
17:12), y a los que mataron a Jesús, entonces nada queda por fuera. En conclusión,
somos libres para hacer lo que Dios ya determinó para poder cumplir así sus
propósitos soberanos, los cuales son siempre los mejores. En otras palabras,
somos libres para hacer lo que nos dé la soberana gana.
©2013Milton
Acosta