Pescadores de estanque
Milton
Acosta, PhD
En Colombia
se ha vuelto costumbre que en vísperas de elecciones algunos candidatos acudan
a las iglesias cristianas más numerosas para recibir una unción especial de
parte de los ministros de dichas iglesias. El asunto se ha vuelto ya un ritual.
Estos candidatos normalmente no frecuentan estos cultos porque profesan otras
creencias y acuden a sus propios sitios de culto. Sin embargo, el rito se hace
porque los votos de esos cristianos han llegado a ser tan importantes que al
obtenerlos casi se aseguran la victoria. El fenómeno electoral se da porque, a
pesar de que los cristianos en Colombia sean una minoría, su voto
“disciplinado” (como lo llaman los medios) llega a ser determinante en un país
donde la mayoría no vota.
Aparte de
que la opinión de estos cristianos queda completamente amordazada con respecto
al candidato electo, lo cual es muy grave, vale la pena considerar lo que les
dice la Biblia a estos que pescan votos en las mansas aguas de las iglesias productoras
de electores tipo estanque. No se necesita mucha habilidad para esta pesca. Es
tan fácil que hasta aburrido les resultará.
El salmo 50
es conocido principalmente porque allí Dios le dice a su pueblo que él no come
de los sacrificios que le ofrecen en el culto y que si llegara a tener hambre
no se los diría, pues es creador y dueño de todos los animales. Así, lo que
Dios pide no es eso, sino obediencia. Pero la parte que nos interesa del salmo
50 es la que sigue, donde Dios les habla a los que se atreven a pronunciar la
palabra de Dios, cuando con sus acciones demuestran que en realidad la
detestan.
Esta es la
palabra para los pescadores de estanques cristianos:
¿Quién te crees tú que eres como para recitar
mis mandamientos y tomar mi pacto en tus labios, si tú detestas la corrección y
desechas mis palabras? Si ves a un ladrón, corres con él; los adúlteros son tus
socios; eres de boca suelta para la maldad y tu lengua se dedica al engaño. Te
sientas, hablas contra tu prójimo; contra tu hermano levantas calumnias.
Esto has hecho y he guardado silencio; estás
convencido de que yo soy como tú. Pero te reprenderé y te acusaré en tu cara
(Salmo 50:16-21; mi traducción).
Las
palabras del salmo 50 les caen como anillo al dedo a los políticos pescadores
de criadero y a sus ayudantes, los piscicultores eclesiásticos. Piensan que
pueden tomar la palabra de Dios y usarla como atarraya para pescar, de un solo
lance, grandes cantidades de creyentes incautos que no se dan cuenta de la falta
de coherencia entre las palabras de estos individuos el día que son ungidos y
la trayectoria de su conducta. El pescador de criadero sabe que en los estanques
más grandes es donde puede asegurar una gran redada con poco esfuerzo.
La palabra
de Dios es sagrada y la iglesia de Dios no es estanque de pesca como para que
estos aprovechados las usen a su antojo. La situación se da porque los
pescadores de estanque han identificado dos marcas en estas iglesias: una
concepción teocrática del gobierno y una debilidad en la comprensión de la
democracia. Es decir, los pastores de estas iglesias se ven a sí mismos como los ministros
del Antiguo Testamento que ungían a los reyes. Y esto naturalmente les ayuda a elevar su prestigio.
Dados los yerros
teológicos que llevan a estas prácticas, los peligros del voto inducido y la
anulación de la voz profética de la iglesia, los creyentes de cada iglesia
cristiana deberían tener absoluta libertad para votar por el candidato de su
preferencia. Se dirá que a nadie se le obliga, pero existen formas sutiles de dirigir
a los peces hacia la red, sin necesidad de armas ni explosivos, sobre todo si
el estanque es el único mundo que estos peces han conocido. Lo más irónico de
esta situación es que los cristianos hayan pasado de pescadores a pescados.