marzo 01, 2012

“Pero yo les digo” [2]


La guerra y el asesinato ayer y hoy

Milton Acosta, PhD

El sexto mandamiento, no matarás, es tan corto, tan preciso y tan necesario que en vez de discutirlo más bien deberíamos obedecerlo sin ponerle peros. Es decir, cumplámoslo primero y después vemos qué otras cosas se pueden mejorar. Por eso, antes de ir al pero de Jesús, observemos tres cosas para no perder la oportunidad de reflexionar brevemente en el no matarás (Ex 20:13).
En primer lugar, la esencia del mandamiento es que la vida humana es sagrada; por eso Dios rechaza, desaprueba y condena el asesinato (Gn 4:1–12), el primer pecado registrado después de la desobediencia de Adán y Eva. Es decir, en toda la Biblia solamente hay tres escasos capítulos en los que existe la vida sin violencia entre los seres humanos.
No es del todo claro por qué Caín odia a Abel, y por qué Dios rechaza las ofrendas del primero y acepta las del segundo, el hecho es que no existe un ser humano que no haya sufrido de algún modo la realidad de la violencia asesina.
De Génesis 4 en adelante la violencia crece de manera descontrolada. La historia de la humanidad es la historia de las violencias entre los seres humanos. Los casos y las formas de las violencias relatados en la Biblia son abundantes: asesinatos, violaciones, robos, asaltos y toda clase de maldad, como hoy. Las leyes formuladas en los libros de Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio tienen el propósito de frenar la violencia y proponer alternativas para propiciar la viabilidad de una nación y la vida en paz. Pero el pueblo de Dios tomó otro camino.
El profeta Miqueas describe la realidad de Judá a finales del siglo viii y principios del vii a.C. de esta manera: “No creas en tu prójimo, ni confíes en tus amigos; cuídate de lo que hablas con la que duerme en tus brazos. El hijo ultraja al padre, la hija se rebela contra la madre, la nuera contra la suegra, y los enemigos de cada cual están en su propia casa” (Mi 7:5–6, NVI).
En segundo lugar, ¿cómo dice el Antiguo Testamento “no matarás” al tiempo que manda a matar gente? La Biblia distingue entre matar y asesinar. Una cosa es matar en una guerra en la cual dos bandos se enfrentan y ambos saben que están en guerra, y otra muy distinta matar a alguien específico por un asunto personal, con premeditación y alevosía, o por un pago, o en un momento de ira en caso distinto a la legítima defensa. Una de las formas más comunes de juicio divino en la Biblia es la guerra, pero la ira del hombre no obra la justicia de Dios (Stg 1:20, RV). ¿Se reconcilian más fácilmente las naciones que los individuos? La historia reciente entre Colombia y Venezuela podría darnos algunas pistas.
Pero de aquí surgen más preguntas: qué constituye una guerra, cuántos suman un bando, qué es premeditado, y qué es legítima defensa. ¿Está Dios de acuerdo con la fabricación, distribución y venta de armas para las guerras, por legítimas que sean o para la defensa personal? ¿Se considera “combate” cuando se bombardea al enemigo mientras duerme?
Por último, desde que existen las armas de destrucción masiva, en una guerra una bomba mata miles en segundos (incluyendo combatientes y no combatientes) y nadie va a la cárcel. Pero si un soldado mata a un prisionero de guerra, uno solo, y es juzgado por el hecho, va a la cárcel por asesino. Aparte de que eso lo determinan los protocolos internacionales, ¿está bien todo eso?
En los tiempos bíblicos, no había armas de destrucción masiva tipo bombas. Por lo tanto, debemos tratar de entender esto como se hubiera entendido en esas circunstancias y darnos cuenta de que no es tan fácil trasladar tales enseñanzas al día de hoy cuando sí tenemos tales armas. Como ha dicho Hannah Arendt, eso de “la guerra justa” no tiene ningún sentido cuando hay armas nucleares.[1] Creo que los japoneses, objetivo de dos bombas atómicas en la segunda guerra mundial, estarían de acuerdo conmigo. ¿Usted no? Conste que Estados Unidos lanzó las bombas para “terminar la guerra”. ©2012Milton Acosta
CONTINUARÁ… … …


[1]Hannah Arendt, On Violence (New York: Harcourt, 1970), 3.

1 comentario:

Alexander Galvis T. dijo...

Matar, asesinar. Creo que son muchas las variables a discutir en este asunto. De ahí que esto de matar sea materia de estudio del derecho penal, donde se establecen los indicios o pruebas que determinan la culpa e intención del agresor. No soy experto; pero estoy rodeado de abogados. Hay una figura jurídica donde el juez puede juzgar en justicia, esta se da de dos formas: una con base en la ley (letra) y otra con base en el espíritu de la ley (quien y que la inspiró). De las dos formas se hace justicia (derecho).Creo que Jesús esta apelando al espíritu de la ley y no a la letra. No debes matar o asesinar simplemente porque la ley lo dice. No debes matar porque el otro es un reflejo de ti mismo, tu prójimo, mi imagen. La letra no se puede cambiar porque encierra un significado literal relacionado directamente con el legislador; pero la interpretación solo es posible a la luz del Espíritu Santo (inspirador). No de quien quiera interpretarla. Así el “pero yo les digo” considero tiene la autoridad de un magistrado de las altas cortes, que le dice a sus jueces la sentencia correcta de una ley que ellos manejan; pero que no entienden a cabalidad.