agosto 31, 2020

4 Propósito: qué aprenderá la humanidad y cómo cambiará el mundo

 


Dos lentes, un marco y unas gafas de sol para leer una pandemia

Primer lente: Lectura bíblica de la pandemia

4 Propósito: qué aprenderá la humanidad y cómo cambiará el mundo

Milton Acosta, PhD

Hay muchas personas que han encontrado un nuevo propósito en la vida a raíz de la pandemia. Otros han descubierto nuevas aficiones y hobbies como, panadería, jardinería, cocina; de todo, menos planchar. Otros se están reinventando como personas y reinventando sus negocios; estamos en la reingeniería a la fuerza: reinvéntate o perece. También se han reinventado los corruptos, los políticos (que muchas veces son los mismos) y todos los que pagan salarios de hambre. Sin embargo, el hecho de que haya gente que encuentre nuevos propósitos y que otros se reinventen para poder seguir iguales, no significa que la pandemia tenga un propósito o que si lo tiene todos estemos de acuerdo en cuál es.

Los cristianos enfrentamos desafíos teológicos formidables en la pandemia actual. Si uno lee la Biblia encuentra muchos casos donde las invasiones militares, la destrucción de la economía y las enfermedades son intervenciones divinas cuyo propósito es explícito: detener la maldad en el mundo. Es decir, Dios envía males y sufrimientos para frenar a los malos y su maldad en contra de otros (Job 12:13-25); es decir, para salvar a las víctimas. En ocasiones el mal es ocasionado por una nación (Egipto en Éxodo), las naciones o Israel y Judá (Am 1; Is 13-23, Jer 28, 49, Ez 25, etc). Esto es comparable lo que hacen las (buenas) autoridades de cualquier país que, según la Biblia, reciben autoridad de Dios para detener el mal, encarcelar al delincuente, hacerlo pagar multas y demás frenos. Aunque es innegable que estas historias y palabras proféticas de juicio y castigo están en la Biblia, muchos cristianos no se atreven a decirlo, sea porque sienten que cae mal, o porque no les gusta esa teología, o porque consideran que este no es el momento para hablar de eso así. De todos modos, es una teodicea frecuente en la Biblia, pero no es la única.

También existe en la Biblia el lamento y dentro de este la protesta. No es necesario afirmar que Dios es un monstruo abusivo e impredecible, como dicen algunos, para reconocer que en la Biblia hay creyentes que le protestan a Dios ante la calamidad que sufren, como lo hace el salmo 44. Se mantiene aquí la idea de que la invasión del enemigo es acción de Dios, porque la cosmovisión del orante así lo exige, pero no por eso se acepta. De modo que algunos rechazan la primera parte y aplauden la segunda o al revés, aplauden el juicio y rechazan la protesta del creyente ante Dios. El hecho es que en este salmo se reconoce la soberanía de Dios y al mismo tiempo se levanta una voz de protesta. Es decir, en el salmo 44 no se apela a las frases gastadas “Dios está en control” o “los propósitos de Dios son inescudriñables” o  que son “designios de la divina providencia” (como dicen en El amor en los tiempos del cólera).

En tercer lugar, en la Biblia hay experiencias de calamidad que no provocan una teodicea ni una protesta, sino que desencadenan una respuesta humanitaria de los creyentes orientados por sus líderes. Cuando Pablo estaba en Antioquía (Hch 11:19-30), un profeta llamado Agabo anunció que venía una hambruna en todo el mundo. No dice que es castigo divino ni que tenga un propósito o que sea una conspiración. El poder de Dios está con ellos, la gente se convierte, el Espíritu Santo revela cosas, pero viene la hambruna. ¡Qué cosa! Eso ameritaría otra protesta, pero no. Ante el anuncio de Agabo, la iglesia enseguida activó el  GRI (grupo de reacción inmediata), cuya misión consistía en recaudar dinero para la gente más pobre. Dada la urgencia de la situación, Pablo y Bernabé ofrecieron el servicio de courier. A este asunto de la recolecta de dinero para los pobres se refiere Pablo en casi todas sus epístolas. Allí encontramos la teología de pedir para otros.

En cuanto al título de este artículo, unas pocas palabras desconsoladoras bastarán. Dicen los historiadores económicos y de epidemias y pandemias (Scheidel, Mcmillen) que quienes más les temen a las pandemias son los ricos, incluyendo a los que ayudan a los pobres. Pero no le temen a la pandemia porque la enfermedad los mate, sino porque si llegara a morir un número suficiente de pobres, entonces la mano de obra barata que los enriquece ya no sería barata, la riqueza se redistribuiría y el orden económico y social se alteraría en favor de los pobres. Es decir, ayudar a los pobres, sí, pero hasta cierto punto, porque igualados, tampoco. En otras palabras, si los muertos son pocos, las instituciones se mantienen y los estados no colapsan, entonces no esperemos mucho.

En síntesis, cuando un predicador o un teólogo afirma que la Biblia dice tal o cual cosa, probablemente no se equivoca. Sin embargo, eso no significa que las doctrinas se pueden regurgitar a cualquier hora, a todo el mundo y en cualquier circunstancia. Puede ser que en algunos casos sea demasiado prematuro para elaborar discursos sobre los propósitos de Dios. Mientras tanto, queda la protesta, como en el salmo 44 y la acción, como en Hechos 11. Y ambas cosas ocurren en la presencia de Dios, sin que su poder sea disminuido y, para que los creyentes aprendamos qué es lo que más importa en los propósitos de Dios. ¿Necesita la iglesia cristiana reinventar su teología, su estructura y su acción en el mundo?©2020Milton Acosta

2 comentarios:

Unknown dijo...

Una mirada rápida desde cualquier perspectiva dará cuenta de cambios sociales, políticos, culturales y muchas veces personales. Pero ¿cuál será el cambio de la iglesia? Y con esto no me refiero al cambio de la relación que cada hijo de Dios debe tener por su relación con su Padre, me refiero al cambio estructural religioso que de alguna manera queda demostrado que se puede ser iglesia sin las estructuras de poder y las conveniencias para sostener ciertos cultos que en realidad no afrecen una conversión genuina sino un aumento de proselitos enceguesidos o cegados por lo que dichas comunidades ofrecen. Claro que es Juicio, claro que hay un clamor de protesta(naturaleza humana) y un mover a la solidaridad;pero creo que el gran llamado de Dios es a SER el pueblo que el quiere que seamos. Muchas gracias por la reflexión.

Loida Barbosa dijo...

Profe, seguimos esperando el segundo lente. Un abrazo.