Entrevista: http://www.youtube.com/watch?v=4LZNz738k2Q
septiembre 17, 2009
Humor en el Antiguo Testamento
Entrevista: http://www.youtube.com/watch?v=4LZNz738k2Q
septiembre 16, 2009
La gracia del chiste y la gracia de Dios
Profetas de Buen Agüero-Profetas Embusteros
La gracia del chiste y la gracia de Dios
Milton Acosta, PhD
El profeta verdadero es rechazado porque pocas veces dice que va a ocurrir algo bueno, especialmente si quien consulta es un gobernante, y si ese gobernante es particularmente perverso. Pero el descaro es tal que el tal gobernante espera que Dios lo ratifique a él junto con todas sus acciones perversas. De lo primero que debe sospechar el rey de Israel es que ¡cuatrocientos profetas estén de acuerdo! Pero qué va a sospechar, si para eso les paga. No es difícil conseguir profetas de buen agüero mientras les paguen bien.
Micaías, por su parte, además de hablar sólo la Palabra de Dios y no la de su estómago, es un profeta con un buen sentido del humor. Pero el rey de Israel lo tiene como anunciador de desastres. Cuando este rey y Josafat, rey de Judá, vestidos de sus ropas más dignas y sentados en sus tronos reales, le consultan sobre los prospectos de una guerra con Siria, Micaías les hace un chiste en plena plaza pública (1R 22). Pero el rey de Israel no vio la gracia.
Primero los cuatrocientos profetas anuncian a viva voz y con demostraciones histriónicas de cuernos de hierro (símbolo de victoria), que los dos reyes acabarán con los Sirios. Luego el mensajero de los reyes le dice a Micaías que ni se le ocurra dañar el show profético diciendo algo distinto. Micaías con tono de indignación contesta: “Vive Dios que sólo anunciaré lo que el Señor me diga. De eso puedes tener plena seguridad.” En tercer lugar, Micaías llega ante los reyes vestidos de ropas reales y sentados en sus tronos; le preguntan si deben ir a recuperar las tierras que los Sirios les han quitado o no. Micaías contesta: “Ataque, su majestad que saldrá victorioso.” ¡¿Qué?!
Observe el chiste completo y vea cómo nos lo han contado. Si a Micaías nos lo presentan como el profeta de mal agüero en contraste con los cuatrocientos de buen agüero; si los cuatrocientos profetas hacen un show y profetizan grandes victorias; si a Micaías le advierten que no vaya a dañar el show; y si Micaías contesta que él no es hombre de show, sino que dirá lo que Dios le diga, ¿Qué debe seguir en la historia para que esto no sea un chiste? Que Micaías profetice lo que el rey de Israel ha dicho, cosas malas, es decir, algo distinto a lo que han dicho los cuatrocientos profetas. Pero como no profetiza algo distinto, sino que dice lo mismo que han dicho los cuatrocientos profetas de buen agüero, lo cual convierte a Micaías en un profeta de buen agüero también, y como dice algo distinto a lo que el rey de Israel dice que él dirá, haciéndolo quedar mal ante su colega Josafat, entonces Micaías les ha hecho un chiste a los reyes que se encuentran en sus más dignas condiciones, ropas reales y tronos de reyes, en la puerta de Samaria, en presencia del pueblo que allí se congrega. El chiste es real. ¿Lo captó?
El rey de Israel no le vio la gracia; se molesta y le reclama al profeta por haberle dicho cosas buenas. Este es otro chiste. El rey de Israel detesta a Micaías porque le dice “cosas malas”; pero el día que le dice cosas buenas se molesta y reclama. ¿Qué quiere entonces este rey? Es cierto que para algunos la vida sin enemigos no tiene sentido y por eso se aseguran de tenerlos, que no se mueran y no se vayan; pero el rey de Israel ni lo puede disimular. ¿Conoce gente así?
No podemos leer esta historia sin apreciar la gracia, la del chiste y la de Dios. Hay que ver la gracia del autor para contarnos la historia; la de Micaías para hacer el chiste; la del rey de Israel para caer en el chiste; y la gracia de Dios para dar oportunidades con tono humorístico a seres humanos que por su indomable inclinación al mal no quieren escuchar su voz. Lastimosamente el rey de Israel no vio la gracia, ni la del chiste ni la de Dios, pues deja que Micaías sea abofeteado, rechazando así la palabra del profeta verdadero: “no vayas a la guerra”; va a la guerra a encontrarse con la muerte, siguiendo la voz del volumen de cuatrocientos profetas de buen agüero, pero embusteros. ©2009Milton Acosta
septiembre 14, 2009
Una invitación al ayuno
De la inopia a la miopía
De la miopía al martirio
Milton Acosta, PhD
Nabot tenía una viña que el rey Acab quería. Como quitársela no podía vino a su mujer llorando. Pero en vez de dulce consuelo, recibió un enérgico regaño: “¡Aquí mandas tú! —le dijo su mujer— Obedece mis órdenes y pronto tendrás la viña. Escribiré cartas con tu firma y decretaré ayuno. Nabot se codeará con los importantes. Y una vez allí el infeliz será acusado; dos desocupados dirán que es un malvado, que a Dios ha maldecido y al rey ha insultado. Ancianos y nobles siempre están de nuestro lado. Ya verás cuán pronto su viña será tuya, pues manos no faltarán para que Nabot muera apedreado.” Y así fue.
Mucho se ha escrito sobre la historia conocida como “la viña de Nabot” (1R 21:1–16), pero tal es esta historia que nunca se escribirá lo suficiente. La razón es sencilla: nunca faltarán los poderosos que despojan al pobre de lo poco que tiene. Y nunca faltará el pobre que cae ante el reconocimiento de los poderosos. Esa es la historia de Nabot y su viña. El rey le puso el ojo a la viña de Nabot y allí empezó la desgracia de Nabot. Las culpas generalmente se le echan al rey Acab y a su perversa mujer Jezabel, y sí que la tienen, pero probablemente hubo un cuento que Nabot se comió en el ayuno.
Cuando el rey de Israel le propone a Nabot comprarle su viña, el humilde campesino dice que no puede venderla. Nabot es conocedor de las leyes divinas antimonopolio. No vende su viña al ruin rey porque es la herencia de sus antepasados. Esas herencias se conservan porque así se garantiza la supervivencia de una familia y se evita que unos pocos se adueñen de toda la tierra. Quien se adueña de la tierra se adueña de los medios de producción; quien se adueña de los medios de producción se adueña de la economía; quien se adueña de la economía se adueña de la gente.
La tierra fue valiosa en la antigüedad y lo sigue siendo hasta el día de hoy. Si ahora se producen bio-combustibles, ya puede imaginarse cómo los poderosos procuran adquirir tierras a cualquier precio, lo cual no siempre quiere decir pagando el precio justo; muchas veces simplemente significa eliminar al legítimo dueño. Hay que estar alerta.
Si usted es una persona de poca importancia y de repente comienzan a darle honores, asústese porque algo le quieren quitar los poderosos. Si usted es alguien sin mucha estatura académica, social o económica, y de repente alguien importante lo visita y busca su amistad, abra los ojos porque algo le van a quitar. No se deje deslumbrar. No sea víctima de sus complejos de inferioridad. No piense “ahora sí voy a ser alguien” o “por fin alguien importante me ha reconocido”. Usted no puede ser tan bobo como para caer en artimañas tan viejas, tan conocidas y tan claras.
Ahí están los evangélicos latinoamericanos contentos porque los invitan a desayunos en los palacios de gobierno y suntuosos restaurantes. El desayuno lo mastican, pero la trampa se la tragan enterita. Muchos votos de “cristianos” han determinado las elecciones presidenciales en más de un país latinoamericano. Se han negociado votos por reconocimiento social en forma de comidas señoriales.
Usted se puede imaginar el pastor evangélico que viene de la pobreza, de la minoría religiosa y del anonimato social, que de repente lo invitan a comer a manteles en lugares suntuosos en compañía de grandes personajes que ahora al pastor reconocen como un ser humano digno. Este pastor piensa que comió, pero no se da cuenta que la comida es él.
En algunos casos la tierra puede ser tierra, como el de Nabot; en otros casos, cambie “viña” por “voto” y la estrategia y los resultados serán los mismos. Le tengo una recomendación muy respetuosa a aquel anónimo que de repente es buscado por los ricos o los políticos: cuando lo inviten a un gran banquete, es mejor que ayune. Vote por el mejor candidato, no por el mejor mantel.septiembre 02, 2009
El humor en el Antiguo Testamento
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El autor de este libro propone una lectura atractiva de la Biblia y demuestra que, en las páginas del Antiguo Testamento, el humor está presente en muchos de los relatos no sólo como un recurso literario sino también pedagógico y, por ello, muy efectivo en la comunicación de un mensaje.
Se trata, sin embargo, no de un humor para reírse a carcajadas, sino para provocar la reflexión capaz de conducir a las personas al entendimiento de la voluntad de Dios, quien se da a conocer con toques de humor. Los pasajes investigados proporcionan suficiente argumento para demostrar que en el AT encontramos a un Dios que habla con ternura, gracia e ironía. Es un libro que puede enriquecer la lectura de la Biblia y llevar a un conocimiento más real de Dios.
Contenido:
- Capítulo 1: Introducción al humor
- Capítulo 2: De Punt a Saramago
- Capítulo 3: El humor en el Antiguo Testamento
- Capítulo 4: El nombre de la risa
- Capítulo 5: Dos espías secretos en Josué 2
- Capítulo 6: El secuestro del arca
- Capítulo 7: De desechos a salvadores
- Capítulo 8: La historia de Ejud y Englón
- Capítulo 9: Jonás el bueno
- Capítulo 10: Humor en el libro de Ester
- Capítulo 11: El humor en la predicación