julio 19, 2023

CUATRO DESAFÍOS DE LOS PREDICADORES CRISTIANOS (3)

Predicación en serie

Milton Acosta, PhD

Además del desconocimiento de su autoridad y de la condición de periferia, los predicadores enfrentan otro desafío monumental dentro y fuera de la iglesia: entretenimiento, depresión, y misticismo. Empecemos con la diversión.

Para ningún predicador es fácil competir con los medios masivos de comunicación; empezamos con la radio, y ya vamos en TikTok y ChatGPT. ¿Cómo puede un predicador captar y mantener la atención de gente acostumbrada a pasar horas y horas frente a una pantalla?

La humanidad pareciera haber alcanzado su pico de inteligencia. Hay que ver la cantidad de jóvenes (y no tan jóvenes) a los que se les va la vida en TikTok, YouTube, películas y series de Netflix, Amazon y Star+, juegos de video y redes sociales; y música en los oídos el resto del tiempo. Horas y horas que suman años de existencia. Entretenidos hasta las náuseas, sin lograr mayor cosa aparte de estar entretenidos, de matar el tiempo, de pasar la vida. Un hámster por lo menos se ejercita en su ruedita. ¿De qué hablaríamos si no viéramos series? Pero es que hay series muy buenas. Quién va a decir que no.

Una cosa es el derecho al ocio y otra muy distinta la desidia. Daniel Innerarity habla de “la estupidez colectiva”, “la tragedia de los comunes”, “entontecimiento colectivo”, “encadenamientos fatales”. Por la pereza, por la satisfacción inmediata, o por la ignorancia a sabiendas el individuo toma decisiones en las que sacrifica su bienestar a largo plazo. Esta es la tesis de Innerarity

La incertidumbre que provoca la aceleración social nos ha convertido en sujetos que solo actúan racionalmente en el corto plazo, que se constituye como el único horizonte de gratificación. Cualquier perspectiva de mayor alcance, una racionalidad estratégica o anticipatoria es muy difícil y preferimos gestionar lo más inmediato, con cálculos de utilidad para el presente, táctica y criterios de mera oportunidad.

A la incertidumbre se le suman la desubicación y la desesperanza reinantes. A diario leemos y escuchamos de soledad, depresión y suicidio. Tal vez allí radica el éxito de tanta serie y tanta película. El entretenimiento es refugio para la “aceleración social”, la cual afecta la salud mental y conduce al desahucio emocional.

En su libro Entertainment Theology, Barry Taylor afirma que las tres características actuales de la religión son: pluralismo, economía, y fetichisación. La religión es un objeto de consumo. Las fusiones son fantásticas: “la occidentalización del pensamiento asiático”; “el matrimonio entre el capitalismo democrático occidental con la sabiduría oriental”; “neo medievalismo posmoderno gótico”. Se nota “un intento de volver a los métodos premodernos de relacionarse con lo divino”; un “fundamentalismo posmoderno, o el intento de volver a una forma de fundacionalismo en un mundo al que le falta fundamento”. El resultado es la religión diseñada al gusto del consumidor; “la religión de consumo”, como lo había llamado décadas antes René Padilla en su libro Misión Integral.

Jesús fue muy creativo en la forma de presentar su mensaje, como lo muestran las parábolas. Pero, Jesús no predicó solo con palabras; se dedicó también a hacer el bien. El mensaje se podía ver, por ejemplo, en la importancia que Jesús dio a los marginados sociales, fueran ricos o pobres.

Los teólogos y predicadores nos quejamos de la falta de compromiso de la gente con Jesús y con la iglesia, especialmente los jóvenes. Parte de la razón puede estar en que las generaciones actuales prefieren un mensaje al estilo de Jesús, que se ve. A la juventud no le interesa una iglesia encerrada en sí misma. A nadie debería interesarle.

Ante este panorama, lo mínimo que se puede hacer es reconocer esta realidad, ser sensible a ella y responder creativamente. Así, el sermón de hoy es mejor si es breve, vivo y vital. La brevedad se refiere a la percepción del tiempo para el que escucha la exposición bíblica, no a lo que marca el reloj; lo vivo tiene que ver con lo gráfico y emocionante de la exposición; y lo vital con la realidad más acuciante para quien escucha o lee.

En conclusión, los predicadores y predicadoras, la gente dedicada a la teología y a la educación teológica necesitamos entender que el mensaje del evangelio no es solo para escuchar o leer. Si el llamado es a predicar como Jesús, entonces nos ha faltado acción. Quizá cada congregación debería preparar una serie… de buenas obras. Títulos para estos ministerios/miniseries sobrarían: “Las viudas de la guerra”; “Los hijos de los presos”; “Estudiar o comer”; “Breaking Good”; “Juego sin hambre”; “Estamos vivos”; “Los agentes del perdón”; “Anatomía de la gracia”. Todas darían para varias temporadas. ¡Qué puede ser más divertido que hacer el bien!©2023Milton Acosta.