febrero 18, 2023

CUATRO DESAFÍOS DE LOS PREDICADORES CRISTIANOS (2)

Un asunto periférico

Milton Acosta, PhD

La mayoría de los profetas del Antiguo Testamento, al igual que Jesús y los primeros predicadores cristianos, fueron gente de la periferia. No fueron funcionarios del templo ni de las sinagogas. Resulta intrigante que su voz fuera escuchada y, además, preservada a pesar de carecer de medios. De esto hay analogías.

El hip-hop es música de la periferia. Aunque para algunos no es música, el rap no puede ser mediocre. (Ahora no es solo cuestión de ser cool, sino de hablar pop. O sea que si no sabes qué es cool no hablas pop.) Para que un rapero tenga exito, dice un experto, debe tener tres marcas: primero, una historia única de dificultad con la que la gente se identifica; segundo, una mezcla de talento, ritmo y fluidez; y, por último, perseverancia. Aquí se ve, como dice W. David Marx, que la cultura no siempre se impone desde arriba, pues, en la periferia, la sociedad a veces encuentra cosas valiosas. Pero, esto tiene sus bemoles. En Hungría, por ejemplo, a la gente le gusta la música de los gitanos, pero no quiere a los gitanos (¿igual que el rap y los raperos o Jesús y los cristianos?).

Hay dos formas de entender cómo la periferia amplifica su voz. Una reconoce el mensaje y al mensajero como auténticos; ni vendidos ni manipulados. La otra también, pero escucha la voz de la periferia modulada por los intereses de los agentes culturales que convirtieron la voz en texto. Como en el mundo antiguo la gente de la periferia no sabía leer ni escribir, tampoco tenía capacidad para producir y diseminar ideas o literatura; igual que hoy. Sin los medios del poder (radio, TV, prensa, redes sociales) es imposible salir del anonimato (¿con fotocopias?). La periferia habla mientras la dejen. Una posibilidad para que la voz de la periferia no sea distorsionada, hasta quedar irreconocible, es que medien poderosos disidentes, que siempre ha habido.

La periferia en sí no es atractiva. Por eso los discípulos de Jesús soñaban con entrar a la rosca del poder. Se ganaron un elocuente llamado de atención: “Como ustedes saben, los gobernantes de las naciones oprimen a los súbditos, y los altos oficiales abusan de su autoridad. Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su servidor, y el que quiera ser el primero deberá ser esclavo de los demás” (Mt 20:25-27 NVI). En síntesis, cuanto más poder tiene la iglesia para mandar, menos poder tiene para predicar.

Cuando Jesús habla de Juan el Bautista, lo contrasta con los poderosos que usan ropas suaves y se sientan en palacios. Jesús llamó a Juan, “el más grande de todos los nacidos de mujer” (Mt 11:11). La gente fue al desierto a escuchar al exótico predicador, que usa ropas ásperas y come saltamontes; un auténtico reality show; plata que hubiera hecho Juan en TikTok comiendo grillo. Pero no; Juan no habría patrocinado esa adicción; pertenece a la periferia que incomoda; no tanto por la moda, sino por decirles la verdad a los poderosos (Mt 14:1-12).

Para el predicador bíblico antiguo, la situación periférica es determinante. Desde las márgenes del poder es que se ve la realidad en toda su crudeza. Identificar esa condición agudiza el oído para sintonizar la voz de Dios. Estar en la periferia produce la historia real, del dolor sufrido, del mal que se ha vencido y de los medios para lograrlo. Asumir la condición de marginal con respecto a los poderes podría ser una de las claves para entender un aspecto del poder de Jesús para amplificar su voz.©2023Milton Acosta.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Gracias profe por su aporte! Ojalá pudiera leer más de usted.

Jovanni Caballero dijo...

Profe. Gracias por tan fresca y "periférica" lectura.
Un abrazo.