enero 18, 2010

Lectura cristiana de un terremoto

Respuestas ante lo incomprensible

Milton Acosta, PhD

¿Qué puede uno decir como cristiano a una semana del terremoto ocurrido en Haití? Es probable que no haya mucho que decir, sino más bien mucho que hacer. Sin embargo, me permito ofrecer unas breves reflexiones desde una perspectiva bíblica, teológica y cristiana. Lo hago con plena consciencia de mis limitaciones en esos tres campos; por eso es “una perspectiva”. Como es un tema que levanta preguntas, lo he planteado en términos de respuestas.

La primera y más bíblica de todas las respuestas ante una tragedia como la ocurrida en Haití es “no entiendo.” La devastación de una nación ya devastada es un hecho incomprensible por donde se mire.

La segunda e igualmente bíblica de todas las respuestas es: “¿qué puedo hacer para ayudar?” y hacerlo. Ojala no pase mucho tiempo entre la primera respuesta y la segunda. Al dar hay que cuidarse de no convertir la ayuda al necesitado en un show o en una “inversión”. También es necesario reconocer nuestras limitaciones y que en realidad en la mayoría de los casos tampoco hacemos todo lo que pudiéramos hacer.

Hay quienes explotan estas tragedias política y sociológicamente. Despliegan números donde se muestra quién da más: “somos mejores que los demás”. Dista mucho esto de “no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha.” Así, lo que se presenta como bondad, desde la perspectiva bíblica es marca de la hipocresía y la vanagloria, de falsa espiritualidad y falsa bondad. Habrá que ver cuántos y quiénes quedan en Haití cuando las cámaras se hayan ido. Sin embargo, a veces ocurren cosas de tal magnitud que mueven a la humanidad como si Dios la moviera, sin reuniones ni lujosos salones ni grandes anuncios. En cualquier caso, dé de corazón, de prisa y según sus posibilidades.

La tercera respuesta cristiana es la oración: “Dales Señor a los sobrevivientes el consuelo que ninguna ayuda humana puede dar.” Esta respuesta va de la mano de la segunda. Si orar implica cerrar la billetera, ¡ay de ti! La oración le da continuidad a la ayuda, no la reemplaza. ¿Qué escucharemos de esta tragedia en un año, en cinco, en cincuenta? ¿Qué pasará cuando termine el show de los noticieros? La oración y la acción cristianas no pueden ir al ritmo de la “Noticia de última hora.”

Pensemos ahora en lo último que se esperaría de un cristiano en una tragedia así. La antepenúltima y menos bíblica de todas las respuestas es la indiferencia: “pobres tenemos aquí también.” Este tipo de respuesta generalmente no se duele ni de los de Haití ni de los de acá. Si nos dolemos, que sea de ambos.

La penúltima y menos cristiana de todas las respuestas ante una tragedia de estas proporciones es interpretar lo ocurrido. Debemos pensar en las implicaciones de esta incomprensibilidad porque si digo “no se lo merecen”, simultáneamente estoy afirmando que otros sí se lo merecen. ¿Incluido mi país? ¿Cuáles hechos califican?

Y la última y menos bíblica de todas las respuestas que cualquier cristiano sensato pueda dar es interpretar tales acontecimientos como castigo divino, especialmente cuando piensa que él es Abraham, Lot, Noé o Jeremías y que pecados son solamente los relacionados con el culto. Pablo no interpretó la pobreza extrema de los judíos cristianos de Jerusalén como castigo divino. Más bien, la vio como una oportunidad para que los cristianos del resto del mundo se solidarizaran con los pobres de Jerusalén. Lo peor que uno puede hacerle a alguien que sufre es darle explicaciones teológicas, y mucho menos condenatorias. Las explicaciones, si acaso las tenemos, habrán de darse con humildad y en el momento apropiado. El cristiano está llamado a consolar, no a dar latigazos con retazos de Biblia.

Un terremoto tiene una interpretación histórica y sociológica, pero también una interpretación teológica. En cada una se requiere una distancia de tiempo para saber qué decir. Los eventos no se pueden interpretar cuando están ocurriendo. Con respecto al terremoto de Haití, todavía no sabemos qué ocurrió. Probablemente la interpretación esté en la respuesta de la humanidad a corto y a largo plazo. ¿Sabe qué pasó con las víctimas del tsunami de 2004 en el Océano Índico? ¿Sabe cómo se levantaron los europeos después de dos guerras devastadoras en el siglo xx? Curiosamente, mientras los unos empiezan a interpretar los otros empiezan a olvidar las interpretaciones.

©2010Milton Acosta