noviembre 01, 2011

Petro y Pablo: vidas paralelas


Milton Acosta, PhD

No es un error de ortografía ni el nombre del apóstol en otro idioma. Se trata del nuevo alcalde de la ciudad de Bogotá, a quien ponemos al lado de Pablo porque tienen muchas cosas en común. Un antiguo enemigo del estado colombiano llega a la alcaldía de Bogotá; un antiguo enemigo de la iglesia llega a ser predicador del evangelio.
Petro y Pablo son ambos re-insertados. En su celo por ver una patria mejor, ambos utilizaron medios violentos para acabar con lo que para ellos era “el mal”. Pablo perseguía a la naciente institución eclesiástica para destruirla (Hch 9; Gal 1:13) y Petro a instituciones del estado colombiano para acabar con ellas. Pablo conseguía cartas de autorización para atacar a los cristianos; Petro conseguía armas para atacar a ciertos colombianos. A Petro lo han llamado “el anticristo del uribismo”, así como Pablo fue un anticristo más literal.
Pero hubo un momento en el cual las vidas de estos dos individuos cambiaron radicalmente. Tanto Petro como Pablo experimentaron una conversión. Pablo del judaísmo radical al cristianismo y Petro de la guerrilla a la vida civil. A Pablo se le apareció Jesucristo. A Petro se le apareció una amnistía. Ambos creyeron el mensaje, aceptaron la oferta y cambiaron de vida. Pablo predicó la teología del amor y Petro la política del amor. Petro ostenta el segundo cargo más importante del país, después del presidente; Pablo es el personaje de más importancia en el Nuevo Testamento, después de Jesús.
Sin embargo, el tránsito de violento a pacífico deja dudas. Petro y Pablo causan miedo. Hay quienes le temen a Petro. No creen que de verdad haya cambiado. Otros confían plenamente en Petro y votan por él. También hubo gente que le temió a Pablo. No creían que de verdad fuera seguidor de Cristo (Hch 9:26). La gente no se atrevía a acercársele, pero finalmente lo perdonaron, lo aceptaron y recibieron su liderazgo.
Todos reconocen las grandes capacidades oratorias de Petro aun sin libreto. De la voz de Pablo no poseemos grabaciones, pero en sus escritos despliega un gran conocimiento de la retórica. Ambos obviamente han tenido sus detractores (2Cor 10:10).
Sabemos qué hizo Pablo como apóstol. No sabemos qué hará Petro como alcalde. No existe evidencia en el Nuevo Testamento de que los enemigos de Pablo (en las iglesias) alguna vez le hayan echado en cara su pasado para descalificarlo, como han hecho algunos con Petro. Sin embargo, Pablo nunca olvidó su pasado violento; siempre que contaba su historia personal mencionaba que él en una época había sido perseguidor de los cristianos y que eso no estaba bien. Esperemos a ver qué dirá la gente del pasado de Petro y qué dirá Petro mismo.
Pablo sufrió muchos cambios evidentes para poder ser aceptado en la iglesia y terminar como el predicador más importante del Nuevo Testamento. Petro recientemente tuvo que hacerle varios cambios a su imagen para ganar más aceptación; hasta se puso corbata. Petro se salió del partido al que pertenecía y fundó uno propio; Pablo se salió de la secta judía a la que pertenecía para unirse a la de Jesús. Así como Petro ha denunciado la corrupción de los gobernantes, incluidos los de su propio partido, también Pablo denunció los pecados que encontró en el judaísmo y en el cristianismo.
Obviamente que Colombia no es la iglesia y que Petro no es perfecto ni predica el evangelio. Sin embargo, ambos persiguen un cierto bien común. La historia muestra que la base de la reconciliación es el perdón. Si no aceptamos la conversión de Petro, entonces se habrá equivocado Petro al renunciar a las armas; también el presidente Santos, quien ha usado la conversión de Petro para pedirles a los guerrilleros que se desmovilicen. Todo depende de lo que hagamos todos. ¿Qué se necesita para poder ver a Petro como un “hijo del proceso de paz” y no como un “ex-guerrillero”? ¿Lo dejarán luchar contra el mal con métodos democráticos? ¿Escuchará Petro a la oposición con altura, como lo hizo Pablo, o con altivez como lo hacen los políticos comunes y corrientes?
La iglesia aprendió que para Dios no hay imposibles; que el más perverso perseguidor de la iglesia puede convertirse en el gran servidor, predicador y defensor del mensaje de Cristo. En cuatro años sabremos en qué más se parecerán Petro y Pablo. ©2011Milton Acosta