octubre 08, 2011

La Mujer de Urías 1


El intrigante caso de la mamá de Salomón en la genealogía de Jesús
Milton Acosta, PhD

Es preferible no hablar de los temas desagradables e incómodos de la historia familiar. Por eso llama tanto la atención que en la genealogía de Jesús Mateo incluya una lista de mujeres que podríamos llamar “poco recomendables”. Encima de que son gentiles, tienen serios problemas morales. Ya hemos explorado este tema en otra ocasión.[1] Esta vez queremos notar otra de las mujeres de esta lista, la cual no se menciona por nombre, no es gentil como las otras, no fue la primera ni la única mujer de su último marido, y tampoco tuvo su famoso hijo con su primer marido.

Cuando le toca el turno a Salomón en la genealogía de Jesús, Mateo hubiera podido decir simplemente que los padres de Salomón fueron David y Betsabé. Pero no; tiene que decir que “David fue el padre de Salomón, cuya madre había sido la esposa de Urías”[2] (Mt 1:6). Eso de por sí es muy enigmático, pero no es todo. Curiosamente, el dato está en uno de los dos puntos de división de la genealogía: “hubo catorce generaciones desde Abraham hasta David, catorce desde David hasta la deportación a Babilonia, y catorce desde la deportación hasta Cristo” (Mt 1:17). Como vemos, el otro punto de la división de las genealogías es el exilio. Si asumimos que el propósito de la genealogía es precisamente que Jesús desciende de David, la forma de mencionar la progenitora de Salomón indefectiblemente distrae al lector y trae a la memoria que David fue quien mandó a asesinar a Urías, para poder así quitarle a su esposa Betsabé.[3]

Siendo que en la literatura semita los paralelismos son tan frecuentes, nos preguntamos dos cosas, si hay un propósito en este caso y si el propósito es desprestigiar a David. Decimos esto último porque el paralelo de David en la genealogía es el exilio de los judíos en Babilonia. Comparando los dos bloques de catorce generaciones con el v. 1, parece confirmarse otro paralelo: Jesucristo-David-Abraham//Abraham-David/Exilio-Jesucristo.[4] La lista se abre con Jesucristo (v. 1), y se cierra con “Jesús el llamado Cristo” (v. 16); en el centro de las estructuras aparecen primero David y luego David y el exilio; también, la lista pequeña del v. 1 termina con Abraham, nombre con el que comienza la lista larga en el v. 2.

Es cierto que el hijo de David es Salomón, pero a diferencia de las otras mujeres de esta genealogía (no las de David) que sí se mencionan por nombre, la madre de Salomón no aparece registrada con su nombre, sino con el del marido, Urías, a quien David mandó a matar para poder quedarse con ella "legalmente". Con su breve pero extraño circunloquio para referirse a la madre de Salomón, Mateo nos deja intrigados. ¿Qué habrá en el canto de esta cabuya genealógica? ¿Hay algún gato teológico encerrado en esta construcción literaria? ©2011Milton Acosta                                                                                                                                                         Continuará ………


[1] Milton Acosta, “Pido la Palabra: Teología Genealógica o Genealogía Teológica,” Pido la Palabra, diciembre 2006, http://pidolapalabra1.blogspot.com/2006/12/teologa-genealgica-o-genealoga.html.
[2] Lit. “de la que fue de Urías,” es decir, “de la que fue mujer de Urías.”
[3] Como aparece en el texto griego (Nestle-Aland), la NVI apropiadamente divide el v. 6 en dos, para iniciar un nuevo párrafo.
[4] Es cierto que el último de los que son padres es José, pero el primero y último en la lista de nombres en los vv. 1–16 es Jesucristo. Digamos de paso que las genealogías bíblicas con frecuencia tienen una intención teológica; de modo que no es necesario armar alharacas porque no coincidan la genealogía de un texto bíblico con la de otro, como en Mateo y Lucas, por ejemplo.
 

2 comentarios:

Jovanni Caballero dijo...

Profe ya hacia falta. Usd tambien tiene la particularidad de dejarnos intrigados. Exelente.

Anónimo dijo...

De algún modo nos recuerda que la promesa de Dios de enviar un salvador no es por nuestra bella cara ni por nuestros triunfos, aún menos por nuestras fallas ya que por sobre todo, sobre todo... Dios es fiel a su palabra, la cumple y extiende su gracia de enviar a Jesús a pesar de todo.