mayo 28, 2007

¡Amárrense los calzones!
©2007Milton Acosta

Un día de visita en la biblioteca de una prestigiosa universidad en Medellín, salimos mi hija y yo a tomarnos un refresco en la cafetería. Mientras hacíamos el pedido, un hombre muy bien vestido, a escasos dos metros de nosotros, y como si sólo él existiera en el mundo, después de colocar en una mesa los objetos que traía en la mano, se desabrochó la correa y se desabotonó los pantalones. “Pero, ¿qué es esto?, nos preguntamos nosotros.” Acto seguido, el elegante señor volvió a abrocharse la correa y se sentó a leer una revista que traía en la mano. Aunque el espectáculo nos incomodó, entendimos que lo que el tipo quería era sencillamente ponerse cómodo, relajarse, para leer su revista.

Esa acción del lector de cafetería es exactamente lo contrario de lo que la Biblia dice que los cristianos debemos hacer con respecto a la forma de pensar y de ser del mundo que no conoce a Dios.

La expresión “amarrarse los calzones” no aparece en la Biblia, pero sí hay una equivalente. Se encuentra en el Nuevo Testamento como un imperativo; tiene sus orígenes en la relación que se da entre el vestido y la disposición para pelear, trabajar o correr.[1] No existe una traducción de la Biblia que diga “amárrense los calzones,” pero “ceñirse los lomos” es exactamente eso.

Hay varias cosas que se ciñen o aprietan en la Biblia. En esta ocasión mencionaremos solamente dos que aparecen en el Nuevo Testamento: Efesios 6:14 y 1 Pedro 1:13. En la cita de Efesios, el cinturón de la verdad es el primer elemento que menciona Pablo en su descripción de la armadura de Dios. Aunque formaba parte del vestido debajo de la armadura, el cinturón tenía tres funciones de suma importancia: sostener la ropa interior, sostener la espada y permitir el movimiento sin estorbo. Pero hay otra función un poco más sutil: el cinturón apretado da una sensación de fuerza y confianza.[2] ¡Nada más debilitante para un soldado que sentir que se le caen los calzones!

¿Cómo se amarra uno el cinturón de la verdad? La “verdad” para el cristiano se entiende en dos sentidos: la honestidad y la doctrina. Es decir, el Nuevo Testamento concibe al cristiano como alguien que no es mentiroso ni cree mentiras. Conoce la verdad de la revelación y no se deja engañar con los inventos de las filosofías huecas y las modas pasajeras.

En 1 Pedro dice literalmente que hay que apretarse la cintura de la mente. La imagen es la de una persona que se acomoda la ropa para poder trabajar sin estorbo. Algo así como remangarse la camisa o los pantalones. La expresión implica la iniciación de una tarea con decisión y energía. En el caso de la mente, no se trata probablemente de procesos intelectuales, sino de actitud hacia la tarea que está en frente. Esta es la única actitud posible para el cristiano ya que ante los ataques del enemigo y la tendencia natural a volver a los viejos caminos,[3] hay que estar alerta. Además, ya que Cristo ha revelado su gracia, el cristiano no puede estar distraído en cosas que lo alejan de su esperanza en Jesucristo.

Hay muchos aspectos donde se puede aplicar estos dos imperativos, pero seleccionemos uno que es casi omnipresente: la televisión. El cristianismo que otrora dictaba la forma de pensar y de vivir en los llamados países cristianos, ha sido reemplazado indiscutiblemente por la televisión.[4] El, ya no cajón, sino plasma, hace eso precisamente: deja su huella plasmada en todos los que a sus pies desprevenida y relajadamente se sientan para entretenerse. Pero eso no es lo único que reciben. No hay que llegar al extremo de destruirle la casa al que tenga un televisor, pero sí hay que reconocer que en este asunto la ingenuidad puede ser devastadora. La TV nos dice qué debemos comer, a qué le debemos temer, qué debemos creer, cómo nos vestimos, dónde pasar vacaciones, qué carro comprar, y hasta de qué nos vamos a morir y la fecha probable. El más importante instructor de valores en el mundo actual es la televisión. Casi se podría decir que quien controla la TV controla el mundo. De modo pues que si se sienta a ver televisión, póngase cómodo, pero amárrese los calzones de su mente con el cinturón de la verdad. De paso, no le vendría mal cambiar la TV por un buen libro, de vez en cuando. ¿Qué programa se va a ver hoy?

©2007Milton Acosta

[1]No se debe olvidar que “apretarse los cinturones” también ocurre por la escasez de alimento.

[2]John R. W. Stott, The Message of Ephesians (Downers Grove, Illinois, Estados Unidos: IVP, 1986), 277.

[3]Peter H. Davids, The First Epistle of Peter (Grand Rapids, Mich., Estados Unidos: Eerdmans, 1990), 66-67.

[4]Norman Fairclough, Analysing Discourse: Textual Analysis for Social Research (London: Routledge, 2003), 85.

mayo 15, 2007

Adiciones y Sustracciones
Paradig-Ma-Temáticas Bíblicas

©2007Milton Acosta


La Biblia está llena de historias en las que de alguna manera se cumple el dicho “el que ríe de último, ríe mejor.” No es que el dicho se origine en la Biblia, sino que sencillamente se cumple tantas veces y de tantas maneras que es difícil no asociar una cosa con la otra. La lista de primeros que pasan a segundos (y a últimos) es casi interminable. De modo pues que unos cuantos ejemplos bastarán para comprobar este paradigma bíblico.

Cinco casos de Génesis: (1) Caín y Abel: A Dios le agrada el sacrificio del segundo, no del primero. (2) Ismael e Isaac: Ismael nació primero, pero no fue el heredero de la promesa. (3) Esaú y Jacob: Esaú nació primero, pero la bendición la recibió Jacob.[1] (4) Los once y José: José era el menor, pero fue más importante que todos sus hermanos. (5) El éxodo y la entrada a la tierra: Los que salieron de Egipto fueron unos y los que entraron fueron los hijos.

Dos casos de 2 Reyes: (1) Gejazi y Naamán: El israelita adquirió la lepra por la codicia y el leproso sirio fue sano. (2) Los oficiales del rey y los cuatro leprosos: Los militares no pueden lo que pueden cuatro leprosos, salvar la ciudad de Samaria del estado de sitio.

Uno de Ester: Aman y Mardoqueo. Amán es el oficial persa que prepara la muerte de los judíos para luego morir él y dejar al judío Mardoqueo en su lugar.

Cinco casos de los Evangelios: (1) Los fariseos y los pecadores: Los primeros se creían los primeros, pero Jesús pone a los pecadores en su lugar. (2) Los ricos y la viuda. Los ricos creen que dan más porque dan más, pero Jesús les dice que la viuda que dio menos, dio más. (3) El publicano y el fariseo: El fariseo se cree más piadoso por sus obras públicas de piedad, pero Jesús dice que el publicano es el justificado. (4) El siervo y los importantes: Los discípulos buscan los puestos importantes, pero Jesús les dice que los más importantes son los siervos. (5) la fe de los judíos y la de un extranjero: La exaltación más grande de la fe de un individuo la hizo Jesús de alguien que no era ni religioso ni judío; era un extranjero y además centurión.

Un caso de Hechos de los Apóstoles: Matatías y Esteban. Matatías es elegido para tomar el lugar de Judas, pero el Espíritu Santo eligió a Esteban el mesero para que predicara con poder y fuera el primer mártir.

Uno de las Cartas de Pablo: Los sabios y la escoria. Los sabios y estudiosos se creen más y con más derecho de hablar; Pablo les dice que a quienes Dios eligió no fue a los sabios, sino a la escoria del mundo, para avergonzar a los sabios.

¿Cuál es el mensaje de todo esto? Mucho se podría decir, pero digamos sólo un poco. La gracia no corresponde al derecho. El desagradable es agradable. Lo primero no es lo primero. El sentenciado a muerte termina gobernando. Lo menos es más. El que más se cree es menos. El impotente es poderoso. El no israelita es más israelita. El menor es mayor. El que no es elegido es escogido. El que sabe menos sabe más. El que tiene más tiene menos. El que menos da da más.

Esta es una temática que corre por toda la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Es realmente difícil no ver las betas de este mensaje tan paradigmático que casi debería ser elevado a la categoría de doctrina cristiana. Por mucho que para Dios resulte divertido, no nos creamos más de lo que somos. Las matemáticas bíblicas añaden y sustraen de manera distinta a los estándares y presupuestos humanos. ¿Ud, qué se ha creído?

©2007Milton Acosta


[1]Sin duda, varios de estos personajes usan múltiples artimañas para lograr su objetivo. Esto hasta se ha convertido en una categoría en el estudio de personajes bíblicos. Véase, por ejemplo V. H. Matthews, "Jacob the Trickster and Heir of the Covenant: A Literary Interpretation," Perspectives in Religious Studies 12 (1985).; Leland Ryken, James Wilhoit, and Tremper Longman, ed., Dictionary of Biblical Imagery (Downers Grove: IVP, 1998).; Susan Niditch, "Samson as Culture Hero, Trickster, and Bandit: The Empowerment of the Weak," Catholic Biblical Quarterly 52 (1990).

mayo 07, 2007

Vuelta a Moab

Del desprecio a la genealogía mesiánica
©2007Milton Acosta


En la Biblia hay varias historias “malas” que posteriormente son revertidas; también hay historias en las que de lo malo, tiempo después sale lo bueno. Estas historias muestran la complejidad de la historia y la teología bíblicas; nos impiden una interpretación plana de la Biblia y nos invitan a una lectura más total.

El libro de Rut comienza con un relato triste de un cierto Elimelec y su familia rumbo a Moab, porque en Belén había escasez de alimento (Rut 1). Sin añadir más detalles al asunto, resulta apenas normal que la responsabilidad con su familia haya llevado a Elimelec a tal determinación. El relato no permite culpar a Elimelec de haber cometido falta por salir de la Tierra Prometida para devolverse a Moab. En primer lugar, lo que importa en el relato no son las muertes en sí mismas, ya que la narración no se detiene en ellas; y en segundo lugar, lo que importa en el relato es lo que pasa al quedar solas Rut y Noemí; esta es la parte más extensa de todo el libro a partir de Rut 1:6. Así que, y de todas maneras, el problema de esta historia, dentro de la historia bíblica, no es tanto que hayan ido a buscar alimento a otra parte, sino dónde fueron y cómo transcurrió el resto de la historia.

Moab “toda la vida” fue enemigo de Israel y los sentimientos de desprecio eran mutuos. Moab era un vecino muy cercano y esa cercanía trajo problemas. De Moab era Eglón, quien oprimió a Israel por una temporada. Por eso después el escritor bíblico pareciera deleitarse en relatarnos su muerte a manos de Ejud (Jueces 3). De Moab era Mesa, quien en una época posterior se rehusó pagarle tributo al rey de Israel, quien intentó recuperar el dominio sobre Moab y el tributo que le pagaba, pero no pudo (2 Reyes 3).[1]

Pero la historia que sentó las bases de las relaciones Israel-Moab, que luego desbarata Rut, se encuentra en Números 22–25 y 31. Aquí Moab hace dos cosas que parecieran justificar los sentimientos adversos de Israel hacia ellos: Balaq, rey de Moab, contrata un vidente (Balaam) para que maldiga a Israel; y luego (cap 25), las mujeres de Moab pervierten a los israelitas al conducirlos a la idolatría,[2] cosa en la que algo tuvo que ver Balaam (31). Por eso da la impresión que el ataque contra ellos está “justificado.”

Por todo lo anterior, sorprende que Elimelec y su familia decidan emigrar precisamente a Moab cuando en Belén hay escasez de alimento (Rut 1). El relato de Rut nos lleva de vuelta a Moab y le da la vuelta al sentimiento tradicional con respecto a este pueblo. El pueblo que en un momento fue motivo de desprecio, unas generaciones más adelante se convierte en parte integral de la genealogía de David y del Mesías vía Rut.

Vemos pues cómo ya desde el Antiguo Testamento (en la historia de Rut, entre otras) se anticipa el evangelio al trivializar las fronteras económicas, geográficas y étnicas, única manera como las promesas de Dios a Abraham pueden cumplirse. Las relaciones de Israel con los extranjeros no son siempre “nosotros vs. resto del mundo.” Las relaciones históricas con Moab no le permiten a Israel pensar que “de allí no puede salir nada bueno.” La historia de Rut da la vuelta a lo que de manera generalizada se pudiera pensar de Moab. De modo que el relato de Rut no es solamente una hermosa historia de lealtad y obediencia a la Ley para que saliera la genealogía davídica y del Mesías. Es una historia que le da la vuelta a Moab en el corazón de Israel al deconstruir sentimientos de odio hacia un enemigo por antonomasia. Es decir, hay un sentido en el que desde el Antiguo Testamento no hay naciones enemigas del pueblo de Dios.

©2007Milton Acosta


[1]Mesa celebra la liberación del yugo de Israel en la famosa Estela de Mesa de mediados del s. IX a.C. La literatura es abundantísima; trata principalmente de la historia de la estela, el texto, la historia de los moabitas y su relación con Israel y 2 Reyes 3. Véase, por ejemplo, Pierre Bordreuil, "A Propos de l'Inscription de Mesha' Deux Notes," in World of the Aramaeans III, Studies in Language and Literature in Honour of Paul-Eugène Dion, ed. John W. Wevers and Michael Weigl P.M. Michèle Daviau (Sheffield: Sheffield, 2001); J. A. Emerton, "The Value of the Moabite Stone as an Historical Source," Vetus Testamentum 52, no. 4 (2002); M. Patrick Graham, "The Discovery and Reconstruction of the Meshac Inscription," in Studies in the Mesha Inscription and Moab, ed. Andrew Dearman, Archaeology and Biblical Studies (Atlanta, Ga.: Scholars Press, 1989); André Lemaire, "La Stèla de Mésha et L'Histoire de L'Ancien Israël," in Storia e Tradizioni di Israele: Scritti in Onore di J. Alberto Soggin, ed. Daniele Garrone and Felice Israel (Brescia: Paideia Editrice, 1991); Gerald L. Mattingly, "Moabite Religion and the Meshac Inscription," in Studies in the Mesha Inscription and Moab, ed. Andrew Dearman, Archaeology and Biblical Studies (Atlanta, GA: Scholars Press, 1989); Hans-Peter Müller, "König Mêšac von Moab und der Gott der Geschichte," Ugarit-Forschungen 26 (1994).

[2]Es inevitable notar aquí el paralelo con la historia de Salomón y sus mujeres, ¡incluyendo moabitas! (1 Reyes 11), pero recordemos, por ejemplo, que el texto bíblico no critica a Salomón por utilizar tecnología y materiales extranjeros (Fenicia) para construir el templo de Dios, pero sí por desviar su corazón por complacer a sus mujeres extranjeras (Egipto).