mayo 07, 2007

Vuelta a Moab

Del desprecio a la genealogía mesiánica
©2007Milton Acosta


En la Biblia hay varias historias “malas” que posteriormente son revertidas; también hay historias en las que de lo malo, tiempo después sale lo bueno. Estas historias muestran la complejidad de la historia y la teología bíblicas; nos impiden una interpretación plana de la Biblia y nos invitan a una lectura más total.

El libro de Rut comienza con un relato triste de un cierto Elimelec y su familia rumbo a Moab, porque en Belén había escasez de alimento (Rut 1). Sin añadir más detalles al asunto, resulta apenas normal que la responsabilidad con su familia haya llevado a Elimelec a tal determinación. El relato no permite culpar a Elimelec de haber cometido falta por salir de la Tierra Prometida para devolverse a Moab. En primer lugar, lo que importa en el relato no son las muertes en sí mismas, ya que la narración no se detiene en ellas; y en segundo lugar, lo que importa en el relato es lo que pasa al quedar solas Rut y Noemí; esta es la parte más extensa de todo el libro a partir de Rut 1:6. Así que, y de todas maneras, el problema de esta historia, dentro de la historia bíblica, no es tanto que hayan ido a buscar alimento a otra parte, sino dónde fueron y cómo transcurrió el resto de la historia.

Moab “toda la vida” fue enemigo de Israel y los sentimientos de desprecio eran mutuos. Moab era un vecino muy cercano y esa cercanía trajo problemas. De Moab era Eglón, quien oprimió a Israel por una temporada. Por eso después el escritor bíblico pareciera deleitarse en relatarnos su muerte a manos de Ejud (Jueces 3). De Moab era Mesa, quien en una época posterior se rehusó pagarle tributo al rey de Israel, quien intentó recuperar el dominio sobre Moab y el tributo que le pagaba, pero no pudo (2 Reyes 3).[1]

Pero la historia que sentó las bases de las relaciones Israel-Moab, que luego desbarata Rut, se encuentra en Números 22–25 y 31. Aquí Moab hace dos cosas que parecieran justificar los sentimientos adversos de Israel hacia ellos: Balaq, rey de Moab, contrata un vidente (Balaam) para que maldiga a Israel; y luego (cap 25), las mujeres de Moab pervierten a los israelitas al conducirlos a la idolatría,[2] cosa en la que algo tuvo que ver Balaam (31). Por eso da la impresión que el ataque contra ellos está “justificado.”

Por todo lo anterior, sorprende que Elimelec y su familia decidan emigrar precisamente a Moab cuando en Belén hay escasez de alimento (Rut 1). El relato de Rut nos lleva de vuelta a Moab y le da la vuelta al sentimiento tradicional con respecto a este pueblo. El pueblo que en un momento fue motivo de desprecio, unas generaciones más adelante se convierte en parte integral de la genealogía de David y del Mesías vía Rut.

Vemos pues cómo ya desde el Antiguo Testamento (en la historia de Rut, entre otras) se anticipa el evangelio al trivializar las fronteras económicas, geográficas y étnicas, única manera como las promesas de Dios a Abraham pueden cumplirse. Las relaciones de Israel con los extranjeros no son siempre “nosotros vs. resto del mundo.” Las relaciones históricas con Moab no le permiten a Israel pensar que “de allí no puede salir nada bueno.” La historia de Rut da la vuelta a lo que de manera generalizada se pudiera pensar de Moab. De modo que el relato de Rut no es solamente una hermosa historia de lealtad y obediencia a la Ley para que saliera la genealogía davídica y del Mesías. Es una historia que le da la vuelta a Moab en el corazón de Israel al deconstruir sentimientos de odio hacia un enemigo por antonomasia. Es decir, hay un sentido en el que desde el Antiguo Testamento no hay naciones enemigas del pueblo de Dios.

©2007Milton Acosta


[1]Mesa celebra la liberación del yugo de Israel en la famosa Estela de Mesa de mediados del s. IX a.C. La literatura es abundantísima; trata principalmente de la historia de la estela, el texto, la historia de los moabitas y su relación con Israel y 2 Reyes 3. Véase, por ejemplo, Pierre Bordreuil, "A Propos de l'Inscription de Mesha' Deux Notes," in World of the Aramaeans III, Studies in Language and Literature in Honour of Paul-Eugène Dion, ed. John W. Wevers and Michael Weigl P.M. Michèle Daviau (Sheffield: Sheffield, 2001); J. A. Emerton, "The Value of the Moabite Stone as an Historical Source," Vetus Testamentum 52, no. 4 (2002); M. Patrick Graham, "The Discovery and Reconstruction of the Meshac Inscription," in Studies in the Mesha Inscription and Moab, ed. Andrew Dearman, Archaeology and Biblical Studies (Atlanta, Ga.: Scholars Press, 1989); André Lemaire, "La Stèla de Mésha et L'Histoire de L'Ancien Israël," in Storia e Tradizioni di Israele: Scritti in Onore di J. Alberto Soggin, ed. Daniele Garrone and Felice Israel (Brescia: Paideia Editrice, 1991); Gerald L. Mattingly, "Moabite Religion and the Meshac Inscription," in Studies in the Mesha Inscription and Moab, ed. Andrew Dearman, Archaeology and Biblical Studies (Atlanta, GA: Scholars Press, 1989); Hans-Peter Müller, "König Mêšac von Moab und der Gott der Geschichte," Ugarit-Forschungen 26 (1994).

[2]Es inevitable notar aquí el paralelo con la historia de Salomón y sus mujeres, ¡incluyendo moabitas! (1 Reyes 11), pero recordemos, por ejemplo, que el texto bíblico no critica a Salomón por utilizar tecnología y materiales extranjeros (Fenicia) para construir el templo de Dios, pero sí por desviar su corazón por complacer a sus mujeres extranjeras (Egipto).

1 comentario:

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