diciembre 18, 2006

El Nombre de la Risa


Abraham y Sara se ríen de la promesa
©2006Milton Acosta

Si a uno le preguntan, dónde se menciona a Isaac por primera vez en la Biblia, diría que en Génesis 17:19: Abraham tendrá un hijo y le pondrá por nombre Isaac (hebreo: yitshaq). Eso es cierto, pero la razón del nombre no se explica hasta Gen 21. Si miramos con cuidado encontraremos que “Isaac” aparece antes del v.19 y varias veces en los capítulos 17–21.[1] Empecemos por el final y después regresamos al principio.

Gn 21:6 explica la razón del nombre: “dijo Sara, Dios me ha hecho reír; todo el que lo escuche se reirá (hebreo: yitshaq) conmigo.” Es decir, se reirá el que oiga cómo Dios me ha hecho reír al darme un hijo en la vejez. Sabiendo ya que el nombre Isaac viene de la raíz hebrea [tshaq] que significa reírse, es más fácil ver cómo los capítulos 17–21 contienen el tema de Isaac y la risa.[2]

La primera persona en reírse en la Biblia es Abraham. En Gn 17:17 la reacción de Abraham cuando Dios le promete que van a tener un hijo es la risa (vayyitshaq). Y no era para menos. ¿Y cuál dice Sara que es la explicación del nombre? Entonces, el nombre de Isaac comienza a sonar dos versículos antes que se anuncie el nombre y varios capítulos antes de que se lo pongan. Tenemos aquí una promesa que produce risa. La gente se está riendo desde antes que Isaac nazca.

En Gn 18, Sara escucha la promesa y, al igual que Abraham, se ríe[3] (vatitshaq). Pero al ser confrontada con su risa, no lo admite. En Abraham y Sara está tal vez la metáfora de futuros lectores a quienes les parecerán cómicas las promesas de Dios (por increíbles), pero no pueden admitirlo.[4] Sara misma después afirma que quienes oigan de su historia se reirán con ella (o de ella). Gen 19 relata la destrucción de Sodoma y Gomorra. Parece que el tema de la promesa se ha abandonado, pero la esencia del nombre de Isaac sigue allí. Gen 19:14 dice “Y salió Lot y habló a sus yernos que iban a casarse con sus hijas, y dijo: Levantaos, salid de este lugar porque el Señor destruirá la ciudad. Pero a sus yernos les pareció que bromeaba” (kimtsaheq). En Gen 21 está por fin la explicación que hemos mencionado. Pero en ese mismo capítulo (v. 9) Ismael hace algo que a Sara no le gusta: Ismael se burlaba (metsaheq). Y aquí está otra vez el mismo verbo del nombre de la risa, Isaac. Sucede en su gran fiesta de destete.[5] Más adelante (Gen 26:8), Isaac también dice que Rebeca es su hermana, y Abimelec lo descubre cuando nota que Isaac “acaricia” (tsahaq) a Rebeca. Continúa apareciendo el verbo de la risa. El nombre de Isaac, pues, no sólo se anticipa antes de su nacimiento, sino que continúa después de éste.[6]

Hubo otro anciano en la Biblia (Lc 1) que recibió una promesa similar a la de Abraham, mujer estéril y ambos de edad avanzada ¡pero no pudo reírse porque quedó mudo! Zacarías y Abraham, hombres de fe, recibieron promesas más allá de su alcance mental y reaccionaron como simples humanos, con incredulidad. Sin embargo, esta incredulidad no fue capaz de ponerle freno a los planes de Dios y se impuso la gracia. Es la historia de la fe y la falta de fe. Abraham y Sara tienen fe, pero son humanos. Dios tiene que abrirse camino entre la fe y la falta de ésta. Si las promesas de Dios estuvieran condicionadas totalmente a la fragilidad humana, difícilmente se cumplirían; no habría Isaac ni Juan. Abraham, Sara y Zacarías son tres ejemplos de esta realidad.

[1]Uno de los nombres que se le ha dado a esta forma de narrar es “palabra guía.” Cp. Yairah Amit, "Progression as a Rhetorical Device in Biblical Literature," Journal for the Study of the Old Testament 28, no. 1 (2003).
[2]La raíz hebrea tshaq tiene otras acepciones; también se traduce como “jugar”, “acariciar”, “bromear” o “divertirse” (Gn 19:14; 26:8; 39:14, 17; Ex 32:6; Jue 16:25).
[3]Quienes ven los libros del AT como unidades literarias completas han sacado a la luz algunas de las falencias de la Hipótesis Documental. Por ejemplo, se afirma que la fuente E se caracteriza por expresar emociones, mientras que J no lo hace. Whybray ha observado que en Gen. 18:9–15 (supuestamente J), Sara primero se ríe y luego miente motivada por el temor. Estas acciones, dice Whybray, “no parecen ser menos cargadas de emoción que el realto de la desesperanza de Hagar en E cuando estaba abandonada con su hijo en el desierto (Gen. 21:14-16).” Véase R. N. Whybray, The Making of the Pentateuch: A Methodological Study, Jsotsup 53 (Sheffield: Sheffield, 1987), 58. Whybray no está defendiendo la autoría de Moisés del Pentatéuco, sino la dificultad de defender “fuentes” a partir del estilo.
[4]Joel S. Kaminsky, "Humor and the Theology of Hope: Isaac as a Humorous Figure," Interpretation 54, no. 4 (2000).
[5]Cp. Babylonian Talmud: Tractate Baba Mezi'a 87ª. Responde a la posibilidad de que Abraham y Sara hayan recogido a este niño de la calle y después inventaron que había sido hijo de Sara.
[6]Otros datos adicionales tal vez servirán a los escépticos. De las 12 veces que la raíz aparece como verbo en toda la Biblia hebrea (es decir, no como el sustantivo Isaac), 10 están en Génesis; 8 de éstas entre los capítulos 17 a 26. La última vez que la raíz aparece en Génesis es cuando la mujer de Potifar, después de fracasar en su intento de seducir a José, dice que José vino a “burlarse de mí” (tsahaq., Gn 39:14, 17). Bien podría traducirse que quiso sobrepasarse con ella o que quiso acariciarla. Es exactamente la misma forma verbal que se usa en la historia donde Abimelec se queja al ver que Isaac “acaricia” a su mujer. Autores como Kaminsky llevan el tema del humor en Isaac por el resto de su vida. Es decir, lo humorístico no está solamente en la risa de Abraham y Sara, sino que sigue con Isaac mismo.
©2006Milton Acosta

diciembre 12, 2006

Teología Genealógica o Genealogía Teológica


La poco glamorosa cuna de Jesús
©2006Milton Acosta

A un latinoamericano le resulta divertido y enigmático (a veces chocante) que en los Estados Unidos haya personas que saquen cuentas de su ascendencia étnica.[1] No es raro escuchar: “yo soy 25% alemán, 12,5 irlandés, 50% italiano y 12,5% noruego.” Entonces, cuando levantan la voz injustificadamente es porque se les salió el italiano, cuando hacen algo innovador es su alemán en ellos, cuando andan enojados es por culpa del irlandés, y así sucesivamente. El asunto es enigmático porque en nuestras tierras eso en general no se ve, y divertido porque es curioso que alguien se vea a sí mismo compartamentalizado de esa forma.

En nuestro caso,[2] es más difícil ponerle porcentajes a la genealogía (y tal vez no nos interesa), pero es común que en conversaciones entre familiares y amigos salga a relucir el abuelo español, la tatarabuela italiana, el abuelo alemán. El apellido importa por su origen y porque sirve para explicar principalmente nuestra fisonomía y lo que de ésta consideramos en alguna manera “favorable” (lo claro y lo liso). Igualmente, alguien con nuestro apellido será pariente dependiendo si es rico, si es famoso; o no lo será si es un delincuente, si es pobre. En fin, valoramos esas cosas y las exhibimos para enorgullecernos o para justificar acciones (¿injustificadas?); o las tapamos porque nos avergüenzan y nos sentimos tal vez mal al vernos sin pedigrí (sobre todo si no es europeo).

El cristiano se lleva una gran sorpresa cuando descubre lo poco glamorosa que es la cuna de Jesús. En realidad, si pensamos en lo que nosotros tendemos a valorar y en el imaginario colectivo que tenemos de los judíos, la genealogía de Jesús es más bien vergonzosa. No toda, probablemente, pero hay unas figuras que sinceramente. . . Tal vez Mateo (1:1–15) debió haberla maquillado un poco.

La genealogía en Mt. 1 establece la legitimidad de Jesús como Mesías judío por ser parte del linaje de David y de Abraham.[3] Pero para hacerlo, Mateo incluye personajes cuyo pedigrí y genealogía no son tan “legítimos.”[4] Y no lo son, no porque no lo sean, sino porque con frecuencia los cristianos pretendemos ser más “bíblicos” que la misma Biblia y creamos leyendas (urbanas y rurales) que no se ajustan al relato bíblico. En la genealogía de Jesús aparecen cinco mujeres: Tamar, Rahab, Rut, Betsabé y María.[5] De todas hubo sospechas por algún tipo de “irregularidad marital.”[6] Justificadas o no, pero hubo sospechas. Además, las cuatro primeras no son de origen israelita/judío. Sin embargo, todas gozaron de la bendición de Dios y todas son dignas de pertenecer a la genealogía del Mesías.[7] Así que, si de porcentajes étnicos se trataba, Jesús hubiera tenido que hablar de ancestros moabitas, hititas y cananeos.

Hutchison dice que el énfasis no está en las mujeres en sí, sino en las cuatro conocidas historias del Antiguo Testamento que ellas encarnan.[8] Sí, pero esto es precisamente la que le resulta problemático al purista étnico.[9] Bueno, y en últimas, ¿qué hacen estas mujeres allí? Las cuatro representan la teología bíblica de la inclusión de todos los pueblos, cosa que no es novedad en el Nuevo Testamento. En términos bíblicos, no se es parte del pueblo de Dios por la etnia, sino por la fe en Dios, la cual en incontables ocasiones el mismo “pueblo de Dios” no tiene. La etnia no importa, el pasado tampoco; quiénes son los padres y cuáles fueron las circunstancias de la concepción de un individuo son todas indiferentes para Dios. Si el Mesías puede venir de una genealogía así, también puede ser el redentor de toda clase de personas, aún de los que tengan un pasado “cuestionable.”[10] Y esto es parte fundamental de la agenda teológica de los evangelistas. En conclusión, en la historia de la salvación se participa por la fe y por la gracia, no por lo glamoroso de la cuna. La base sobre la cual se construye la identidad del pueblo de Dios en la Biblia no es étnica, ni geográfica, ni lingüística, ni religiosa, sino teológica, fundamentada en la fe en Dios. Así hace Mateo teología con una genealogía.

[1]Se usa “etnia” y no “raza” por razones de la historia y la biología. Cf. Tite Tiénou, "The Samaritans: A Biblical-Theological Mirror for Understanding Racial, Ethnic and Religious Identity?, 2004," Conferencia, Deerfield, Illinois, EE.UU.A.
[2]No se puede negar la gran diversidad étnica en nuestros países, ni las diferencias históricas causadas por las olas de inmigrantes, sus circunstancias, su tamaño y su relación con los pueblos indígenas. Este artículo refleja la experiencia colombiana por su alto mestizaje, pero probablemente tenga algún eco en otros países de nuestro continente.
[3]Craig L. Blomberg, Jesus and the Gospels: An Introduction and Survey (Nashville, Tenn., Estados Unidos: Brodman and Holman, 1997), 199.
[4]Una explicación bastante detallada de esta genealogía puede leerse en Christopher J. H. Wright, Conociendo a Jesús a Través Del Antiguo Testamento, trad. Daniel Menezo (Barcelona: Publicaciones Andamio, 1996).
[5]Matriarcas más “dignas” hubo en la genealogía de Jesús, pero Mateo las excluyó. Historias de inclusión de hombres como parte de la historia de Israel hay muchas. Un caso prominentes en Josué, p.ej., es la historia de Caleb, el quenita. Siempre fue “el quenita,” pero disfrutó de privilegios porque creyó la palabra de Dios.
[6]R T France, Matthew (Leicester, Inglaterra: Inter-Varsity Press, 1985), 74.
[7]A Tamar, p.ej., se le declara justa porque expone la maldad de un hombre aparentemente ejemplar en Israel (Gen 38:1–30). Tamar desafía la estructura social patriarcal, pero no debemos olvidar que hay hombres también en la historia de la preservación del texto bíblico. Es decir, los hombres aprueban la crítica que la mujer hace a la sociedad y a ellos mismos. Este es un aspecto olvidado en estudios que intentan defender la posición de la mujer en la sociedad, lo cual es admirable. Sin embargo, no es necesario recurrir a análisis parciales y parcializados como se hacen tanto en la literatura especializada como en la popular. Véase, por ejemplo, Yairah Amit, "The Shunammite, the Shulamite and the Professor between Midrash and Midrash," JSOT 93 (2001), Barbara Kantrowitz, Anne Underwood, "The Bible's Lost Stories: Fueling Faith and Igniting Debate, a New Generation of Scholars Is Altering out Beliefs About the Role of Women in the Scriptures," Newsweek, Diciembre 8 2003.
[8]John C. Hutchison, "Women, Gentiles, and the Messianic Mission in Matthew's Genealogy," Bibliotheca Sacra 158 (2001): 152.
[9]Lo cual deja sin fundamento bíblico a quienes usan estas creencias para justificar, p.ej., acciones deplorables contra los palestinos.
[10]Traducción adaptada de Blomberg, 199.
©2006Milton Acosta

diciembre 04, 2006

¿Quién Quiere Ser Millonario?


Milagros Prepago y Pospago
©2006Milton Acosta

Guejazi[1] quería ser millonario y quería serlo con el poder de Dios (2 Reyes 5:20–27). Cuando vio que Naamán, el general arameo (sirio), había sido sanado de su lepra y que Eliseo lo iba a dejar ir sin cobrarle nada, se dijo a sí mismo: “mi señor ha dejado ir a este arameo Naamán así no más, y no ha recibido lo que le trajo; tan cierto como que Dios existe, iré corriendo tras Naamán y algo le quito” (v. 20). Tenemos aquí una “ironía trágica.” El juramento de Guejazi se cumple, pues de hecho obtiene algo de Naaman: su lepra. La ambición de Guejazi es tal que prácticamente se maldice a sí mismo. Así, el destino final de Guejazi se anticipa desde el primer versículo de esta sección.[2] De este modo 2 Reyes 5 comienza y termina con un leproso: “Naamán, el de afuera, es librado de la lepra; Guejazi, el de adentro, es entregado a la lepra.”[3]

Guejazi es un hombre pragmático. No puede aceptar que Eliseo haya rechazado los regalos de Naamán.[4] Por eso corre tras el general arameo antes que sea demasiado tarde.[5] Se inventa una historia y le saca a Naamán tres pares de cosas, que Naamán con mucho gusto le da: dos talentos de plata, dos mudas de ropa, y dos siervos para llevarlas (v. 23). Una vez que todo está escondido, y que los siervos de Naamán se han ido, Guejazi muy orondo regresa donde Eliseo y encuentra la sorpresa de su vida.

En contraste con el caso de la sunamita (donde Eliseo no sabe qué la acongoja–2 Reyes 4:27), esta vez Eliseo sí sabe qué ha ocurrido con su asistente. La reprensión es tan dura como enigmática: “¿acaso es este el tiempo de recibir plata y ropa, olivares y viñedos, ovejas y bueyes, siervos y siervas?” (v.26). Esta pregunta retórica tiene dos elementos[6] que bien valdría la pena explorar más, pero no tenemos espacio aquí. De todos modos, digamos algo brevemente.

¿Qué mal hizo Guehazi? Su pecado, además de la avaricia y el engaño, es teológico: “ha puesto en peligro la naturaleza misma de la fe y ha oscurecido la obra que Dios hace por gracia.” [7] Su teología es “bendición recibida, bendición pagada; prepago o pospago, pero pago.” Con la lepra, ahora Guejazi se encuentra en igual condición que Naamán antes de ser sanado y necesitará su propio peregrinaje para sanarse. Esta historia muestra también la movilidad de la raya “creyente-no creyente.” El de afuera entra por la gracia de Dios y el de adentro sale por el juicio de Dios. Además hay un pecado práctico en el sentido de que, a pesar de ser el acompañante de Eliseo, Guejazi actúa de su cuenta. [8]

Hay que tener pues cuidado de enseñar y recibir teología de la gracia y no teología de la lepra. Si el tema central de una predicación es alguna forma del título de este artículo, o si cualquiera que sea el texto bíblico del que se predica, la aplicación es una forma como se puede ser millonario, ud. puede estar casi seguro que no le están predicando el evangelio bíblico. El espíritu de Guejazi ronda por ahí diciendo: “deme dinero para que Dios lo bendiga” o “Dios lo bendijo, envíeme dinero.” Los “Guejazis” quieren ser millonarios con el dinero de quienes, pobres o ricos, religiosamente compran y pagan milagros.

[1]El nombre de este personaje bíblico aparece de diversas formas en las bíblias en español: Guejazi o Guejazí (Reina-Valera, B. de Jerusalén, B. del Peregrino, B. para todos), Giezi (B. de las Américas), Guiezi (NVI). La mejor transliteración de este nombre hebreo es la de las cuatro primeras.
[2]Rick Dale Moore, God Saves: Lessons from the Elisha Stories (Sheffield: Sheffield, 1990), 81.
[3]Terence Fretheim, First and Second Kings (Louisville, Kentucky: Westminster John Knox, 1999), 152.
[4]Los regalos de Naamán reflejan la costumbre de los pueblos en los tiempos bíblicos: pagar por los servicios de los profetas y videntes. Por eso, cuando Naamán se prepara para venir a ver al profeta, se asegura de traer abundantes regalos. Una vez sanado de su lepra, estos regalos serían entregados al profeta Eliseo. Y eso quiso hacer con insistencia, pero Eliseo le contestó: “tan cierto como que Yavé existe, no recibiré nada de ti” (2 Reyes 5:15–16).
[5]La forma como Guejazi saluda a Naamán y como la sunamita saluda a Guejazi refleja que la palabra shalom se usaba (y se usa hoy) en las conversaciones como un mero saludo sin ningún significado adicional.
[6]Los problemas son la lista de cosas que da Eliseo y el asunto del tiempo. Para más detalles, véase Milton Acosta, “The Role of the Poor and Marginal Characters in the Book of Kings: A Rhetorical Analysis of 2 Kings 2-8 and 13:14-21” (Ph.D., Trinity Evangelical Divinity School, 2004), 241–48.
[7]Fretheim, 155. Cf. L. Alonso Schökel, M. Iglesias González, Reyes, Los Libros Sagrados (Madrid: Cristiandad, 1973), 188.
[8]¿Qué tipo de lepra es esta? De este texto no se puede deducir la naturaleza exacta de la s[āra(at de Naamán. Véase Stanley G. Browne, "Leprosy in the Bible," en Medicine and the Bible, ed. Bernard Palmer (Exeter: Paternoster, 1986), 108.
©2006Milton Acosta