febrero 08, 2010

“¿Me prestas tu cargador?” [1]


El caso de las diez vírgenes

Milton Acosta, PhD

“¡Ay no!, ¡se me quedó el cargador! ¿Me prestas el tuyo? ... ¡Ay! ¡Pero no me sirve, es de otra marca! ¡Qué voy a hacer!” ¿Le suena familiar? Así pasa con los celulares una vez descargada la batería; no tener el cargador equivale a no tener teléfono. ¡Ni qué decir de no tener minutos! Mientras los fabricantes de celulares se ponen de acuerdo en producir un cargador universal, seguiremos teniendo experiencias como la de las diez vírgenes[1] que esperan al novio durante la noche. Cinco dijeron: “No traje el cargador, ¿Me prestas el tuyo?” Se les había acabado el cargador de aceite de oliva para sus lámparas.

Con los celulares, si nos quedan pocos minutos y el tiempo para cargar la batería es escaso, la generosidad y el desprendimiento no serían sensibilidad, sino estupidez pura. Así pensaron cinco de las diez vírgenes que esperan la llegada del demorado novio (Mt 25:1–13; cp 1 Mac 9:37–39). Cosa rara; para nosotros el glamour está en que se demore la novia. En todo caso, este novio se demora tanto que las vírgenes que lo esperan se duermen.

Al demorar demasiado el novio, el aceite se agota, las lámparas se apagan y quien no tenga cargador queda descalificada. Esto supone dos cosas: que hay que esperar con las lámparas encendidas, y que se debe llevar recarga por si el novio se demora.[2] Así se evita que mientras una va a comprar aceite, llega el novio, entra al banquete con las que estén listas, y cierran la puerta. Se necesitan lámparas encendidas para cuando llegue el novio hacerle un gran recibimiento.

¿Por qué diez vírgenes? Probablemente en las costumbres de los judíos palestinos del siglo primero, la novia es la que espera adentro en el lugar de la ceremonia y el novio es quien llega de último (véase, sin embargo, Sal 45:14–15, Gn 2:22; Ap 21:2). Las vírgenes son como las “madrinas” que envía la novia para recibir al novio, anunciar que ha llegado y escoltarlo hasta la novia (Sal 45:13–15). Eso aclara un poco la escena de las vírgenes con cargador y sin cargador. Por cierto, estas últimas podrían ser muy bonitas, pero si sus acciones las descalifican para asistir a la boda de otro, mucho más para la propia. Desafortunadamente para las insensatas, no había suficiente mercado como para atraer vendedores ambulantes de aceite (y menos a la media noche), o el establecimiento de una cadena nacional de dispensadores automáticos en lugares públicos. Y bueno, son diez para que puedan ser cinco y cinco.

En términos de estructura narrativa, esta parábola, como otras, tiene un “triángulo dramático”: “el primer polo establece la crisis; los otros dos son la ilustración emblemática de dos reacciones opuestas, una catastrófica y otra benéfica.”[3]

El tema en esta parte de Mateo es estar listo para cuando venga el Señor. Estar listo significa hacer algunas cosas antes de que ocurra lo que sabemos que va a ocurrir. Así es el reino de los cielos, como la parábola de las diez vírgenes. A todos se les ha dicho que viene el Señor. Todos creen que va a llegar y salen a esperar su llegada, pero unos se preparan y otros no. Así ocurre con los constructores; todos saben que habrá lluvia y vientos; pero uno construye sobre roca (el prudente) y el otro sobre arena (el insensato). El tema es prepararse para lo inevitable sean tormentas o demoras (Mt 7:24–28). Continuará...

©2009Milton Acosta

[1]El término griego parthenos usado aquí también se puede traducir como “jovencitas”. Pero esta parábola no depende de la virginidad, sino del cargador.

[2]Esta parte de la parábola es compleja. Se ha propuesto también que se trataba de antorchas o teas (puesto que una lámparita de barro poco alumbra), o que las lámparas no estaban encendidas toda la noche. Esta alternativa supone que tendrían un mecanismo de encendido rápido, pero no existen los cerillos todavía; tampoco explica la relación entre demora del novio y agotamiento del aceite si las lámparas están apagadas; tampoco es gasolina de avión el combustible; el aceite de oliva no se evapora en una noche. Es posible que el asunto haya sido diferente. No sé. Véase John Nolland, The Gospel of Matthew: A Commentary on the Greek Text (Grand Rapids: Eerdmans, 2005).

[3]Daniel Marguerat, Parábola (Estella: Verbo Divino, 1992).

3 comentarios:

Fer Conde dijo...

Cómo siempre un articulo muy bueno...
Gracias Hermano

Edison Ramírez dijo...

Estás contando los relatos bíblicos de manera que uno no lo olvida. Es más, se siente uno tentado ha hacer "ciertos plagios", pero he vencido las tentaciones. Gracias por esos artículos que traen bendición al cuerpo de Cristo.
Un abrazo, Edison Ramírez

luzvi dijo...

tuve la bendición de ser su alumna en el instituto por un corto tiempo, ahora me gozo con sus escritos. Gracias por estos ya que vienen como este: "como anillo al dedo".

Gracias!, Luz Victoria Gaviria