septiembre 12, 2008

Un Insulto para Jesús (1) Un buen mal ejemplo

Milton Acosta PhD

¿Lo han insultado alguna vez? ¿Cuál es el insulto que más recuerda? ¿Qué le dijeron? ¿El insulto apelaba a algo físico o a su carácter? ¿Tenía razón el agresor en algo? ¿Había allí otras personas en el momento? ¿Cómo se sintió usted? ¿Qué hizo? Pues le tengo muy buenas noticias: usted no es el primero, ni el último, ni la persona más importante que han insultado en este mundo.

Tenemos en la Biblia lo que podríamos llamar un “buen insulto”; el problema es que se lo dijeron a Jesús, en su cara y en público. Atrevidos los tipos como el que más, pero así fue. Pues estos tipos hoy nos sirven de ejemplo de algo que no se debe hacer y algo que se debe hacer.

En un largo diálogo entre Jesús y “los judíos”, a Jesús lo tildaron de “samaritano” y de “endemoniado” (Juan 8:48). El insulto es apenas lógico para ellos. ¿Cómo puede alguien en su sano juicio decir que ha visto a Dios, que ha venido de Dios, que Dios lo envió a la tierra, que no tiene pecados, que vive desde antes de Abraham, y ser normal? (Juan 8:31–59). No puede, concluyen ellos, a menos que esté endemoniado.[1] Es curioso que al grupo que discute aquí con Jesús se le identifique como “los judíos que habían creído en él” (8:31). Pero cuando Jesús los desafió sobre su falsa seguridad como descendientes de Abraham, reaccionaron violentamente.[2]

Uno entiende que se le llame loco a alguien que diga que es Dios, especialmente si las convicciones teológicas no lo permiten. Pero ¿por qué lo tildan de “samaritano”? En la región de Samaria vivían personas de distintas etnias y que no necesariamente tenían las mismas creencias, pues en Samaria en el siglo primero había también judíos, entre otros grupos. Así las cosas, “samaritano” se puede entender en tres sentidos: geográfico, étnico y religioso. ¿Con cuál de los tres insultan a Jesús? La pregunta no es inoficiosa porque si no sabemos cuál de los tres es, tampoco sabemos en qué consiste el insulto y si no sabemos eso tampoco entendemos la Escritura.

El insulto no es por lo geográfico ni por lo étnico. En el Nuevo Testamento nunca se apela a la etnia de los samaritanos, a eso de “casta impura”,[3] sino siempre a lo religioso. Incluye dos elementos principales: el sitio de culto y las Escrituras. Los samaritanos sólo reconocen el Pentatéuco como Escritura y afirman que el lugar de culto es Gerizim y no Sión. De modo que si alguien tiene ideas teológicas raras, samaritano será.[4]

La dificultad teológica de los judíos con Jesús es tenaz: ¿Dios-hombre? O se es una cosa o la otra, pero no las dos a la vez, les dice su teología del Antiguo Testamento y sus tradiciones. Pero, debemos preguntar también por qué muchos, siendo judíos, y habiendo sido criados y enseñados lo mismo, todavía creyeron en Jesús y en vez de tratarlo de samaritano o endemoniado, de loco o blasfemo, lo siguieron.

La discusión con los contradictores de Jesús se calienta todavía más y quieren eliminarlo. Jesús les pregunta que por cuál de sus obras quieren matarlo. Ellos le responden que no es por eso, sino por blasfemar, porque “siendo hombre” se “hace pasar por Dios” (Jn 10:33). Jesús otra vez los remite a las obras como garantía de que el Padre está en él, como dijeron otros judíos en 10:21. Es curioso también que después de la discusión Jesús diga que Juan el Bautista “nunca hizo ninguna señal milagrosa”, pero todo lo que dijo acerca de él era verdad. El resultado final es que “muchos en aquel lugar creyeron en Jesús” (10:42). ¿Ayudaron las respuestas a los contradictores de Jesús a aclarar las cosas para los indecisos? Y ¿qué tienen de bueno todos estos insultos?
Continuará. . .
©Milton Acosta
[1]No le dicen más samaritano, pero de nuevo lo tratan de endemoniado, y le añaden loco y blasfemo por iguales razones (Jn 10:1–42).
[2]Samuel M. Ngewa, The Gospel of John (Nairobi, Kenya: Evangel Publishing House, 2003), 168.
[3]Josefo refleja algo de los sentimientos negativos hacia los samaritanos. Algunos historiadores, según Meier, dicen que los deportados de Samaria fueron la élite, así como ocurrió en Jerusalén posteriormente. Y que los extranjeros traídos de afuera a Samaria fue la clase dirigente y eran también pocos. Pero, ¿no dicen tanto las fuentes bíblicas como las asirias que los deportados fueron decenas de miles? Antigüedades 9.14.3; cp 2 Reyes 17. Véase también John P. Meier, "The historical Jesus and the historical Samaritans: What can be said?," Biblica 81 (2000): 209s. Meier nos recuerda que cuando Josías intentó incluir Samaria en sus reformas, no se menciona nada parecido a lo que encontramos en el Nuevo Testamento. Cp Deut 11:29 y 27:12.
[4]Carson dice que recurren al abuso personal cuando se han quedado sin argumentos teológicos. Puede ser que lo acusen de traidor por adoptar posturas teológicas inaceptables para los judíos. Tal vez concluyen que sólo a un samaritano o aun endemoniado se le ocurriría negar que un judío sea hijo de Abraham. D. A. Carson, The Gospel According to John (Grand Rapids, Michigan, Estados Unidos: Eerdmans, 1991), 354–355.

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