enero 27, 2014

Maíz pira


Maíz pira

Milton Acosta, PhD

Como maíz pira, aquí vemos crecer toda clase de grupos llamados “cristianos”. Decimos “llamados” porque no se les conoce tradición ni afiliación. Se levantan por “supuestos” llamados que Dios les hace a ciertos individuos. Y decimos “supuestos” porque no hay forma de comprobar a qué números llama Dios. Tantas comillas se vuelven odiosas y confusas, como la situación en nuestro continente con tanto grupo “cristiano” recién nacido.
El problema no es tanto el garaje donde nace una iglesia, sino si ese garaje está conectado a una casa y si tiene acceso a las grandes y anchas carreteras de las tradiciones cristianas. Aún si uno no cree en la sucesión apostólica como la iglesia Católica o la Ortodoxa, todo cristiano tiene que reconocer las tradiciones. La fe cristiana y su contenido se reciben de otros, no directamente de la Biblia, como piensan muchos. Las tradiciones van desde la forma de la oración y el bautismo, hasta las metodologías teológicas. Es un absoluto engaño pensar que la fe cristiana puede existir sin tradiciones. La pregunta es qué edad tienen y quién las vigila.
Reconocer las tradiciones significa enseñar lo que se ha recibido y cuestionar a la iglesia cuando las tradiciones se apartan de la Escritura, como hizo Jesús. Poco o nada se puede hablar con quienes desconocen todo esto porque creen que a ellos Dios les habla por aparte.
Es verdad que no existe una tradición cristiana única, pero sabemos que algunas tradiciones y creencias son nuevas y otras antiguas; que algunas vienen del estudio riguroso de la Biblia y otras surgen de textos aislados; que algunos usan la Sagrada Escritura para servir a los demás y otros para servirse a sí mismos; que algunas iglesias tienen controles internos y otras manipuladores.
Cuando surge un escándalo en alguna iglesia, muchos quieren mandar a todas las iglesias al diablo; algunos no saben dónde mandarlas. Otros dicen que si alguien se llama cristiano, debe serlo, pues a quien diga que no, se le acusa de intolerante. Sin embargo, hay diferencias.
Pierre Bastian sostiene que muchos de los grupos “cristianos” de América Latina, en realidad no son descendientes del protestantismo, sino mutaciones de la religiosidad popular católica. Su teología, organización y ethos, poco o nada tienen que ver con Reformador alguno.[1]
No debemos caer en el juego de descalificar a alguien porque descalificó a otro. Hay que entender los argumentos. Así como los médicos se acreditan entre sí mismos (y los ingenieros, los abogados y demás), así los cristianos nos acreditamos y nos reconocemos entre nosotros mismos por las creencias y tradiciones que recibimos, preservamos y divulgamos. No es la Biblia sola sin la tradición. En esto hay que conocer mejor lo que dijeron y practicaron los Reformadores. Que hay diversidad, la hay; que eso suena a teología católica, suena. No es cuestión de que suene o no sino de la realidad.
La aparición constante de individuos que, desconectados de más de dos mil años de historia del cristianismo, se autoproclaman ministros, apóstoles, profetas, patriarcas y demás, es una consecuencia lógica e inevitable del menosprecio de muchos cristianos evangélicos por la tradición. Dejar a un lado la tradición y pretender mantener el orden en las iglesias es como predicar la libertad sexual a nombre del desarrollo de la personalidad y esperar que no haya embarazo de adolescentes.
Los casos frecuentes de abusos en iglesias muestran lo que ocurre cuando se menosprecian las tradiciones cristianas fundamentales y el cuerpo de Cristo, que es la iglesia universal. En conclusión, una de las grandes tareas que tenemos por delante los cristianos evangélicos de América Latina es descubrir las grandes riquezas de las tradiciones cristianas, las cuales tienen el potencial de enriquecer la teología, la piedad, la liturgia y la praxis. Usted me dirá que otros se aferran a las tradiciones y también cometen abusos. Yo le diré que tiene razón y que también es un tema que amerita discusión. Unos cristianos adolecemos de unas cosas y otros de otras.


[1]Más detalles de esto se puede leer en Milton Acosta, “Power Pentecostalisms,” Christianity Today 53, no. 8 (2009): 40–42.

4 comentarios:

Manuel Reaño dijo...

Gracias Milton; excelente reflexión y muy oportuna además. Lamentablemente, no hay manera práctica y efectiva de hacer esa diferenciación que mencionas entre cristianos históricos y advenedizos... si muchas veces ni entre los cristianos logramos hacer esas distinciones, mucho menos le podemos pedir a los demás que lo hagan. Para ellos lo más normal y natural es meternos a todos en el mismo saco, pero reflexiones como esta ayudan mucho. Gracias otra vez.

Noemi dijo...

excelente reflexión, reciban muchas bendiciones en el nombre de Jesús
Mi blog www.creeenjesusyserassalvo.blogspot.com

Diana zapata dijo...

!que alegria volver a leerlo!

Unknown dijo...

EXCELENTE ARTICULO Y MUY BIEN CENTRADO EN CUANTO A LOS GRUPOS CRISTIANOS Y SU TEOLOGIA