abril 25, 2017

¿A usted por qué le gustaría que lo persiguieran?

¿A usted por qué le gustaría que lo persiguieran?

Milton Acosta, PhD

Cuando Elías se enfrentó a los profetas de Baal, el mecanismo para determinar cuál era el Dios verdadero, si Baal o YHWH, fue hacer caer fuego del cielo para consumir un sacrificio. Habiendo ganado el concurso, Elías decide pasar a espada a los profetas de Baal, ¡450! (1R 18:1-40). El número sugiere un alto presupuesto estatal para asuntos religiosos, y de paso, políticos.

El pluralismo y la tolerancia que la humanidad intenta practicar en la actualidad rechazan semejantes métodos para zanjar diferencias de creencias. Aunque haya individuos que a nombre de la tolerancia y el pluralismo se dediquen, casi como profesión, a oponerse de manera sistemática y sostenida a los cristianos y sus prácticas, hoy suena mal referirse a ellos como enemigos.

Volviendo a los profetas de Baal, ellos mismos (con el pueblo) aceptaron el duelo que Elías propuso. Se entendía que el perdedor sería eliminado. Si Baal no existe, tampoco sus profetas, y viceversa. No iban a renunciar o a cambiar de bando. Con su triunfo, Elías se ratifica entonces como el hombre más buscado en Israel, especialmente por la misionera de Baal, Jezabel, esposa del rey Acab.

Otro personaje que participó en un concurso parecido al de Elías fue Daniel (Dn cap. 2). Cuando el rey Nabucodonosor concluyó que sus “profetas” (magos, adivinos, encantadores y astrólogos) no eran sino una caterva de falsos y mentirosos, decide matarlos a todos. La lista de candidatos a este paredón seguramente era larga. Pero, en contraste con Elías, Daniel los salva de la muerte.

Las dos historias tienen algunas coincidencias. El principal tema común es el triunfo del Dios de Israel sobre los dioses de otros pueblos para mostrarlo como el Dios verdadero, le siguen la participación de un individuo que media la demostración y la intención de matar a los perdedores. Y bueno, Daniel después terminó perseguido también.

Las diferencias son enormes: Elías mata a los profetas, Daniel los salva; para el rey de Israel los profetas de Baal son buen negocio mientras que Nabucodonosor está perdiendo su plata; el rey de Israel quiere salvar a los profetas de Baal, un dios extranjero, pero el rey de Babilonia quiere matar a los “profetas” de sus propios dioses; el desafío de la primera historia lo propone Elías, a Daniel le tocó porque lo iban a matar junto con el resto de su gremio; Daniel pertenece a un gremio donde el rey no distingue dioses ni teologías mientras que en el relato de Elías las distinciones en ese plano son radicales; en el caso de Elías los engañados son israelitas y en el de Daniel, el rey de Babilonia.
Es claro que los profetas que Elías ejecuta no son más falsos que los de Babilonia. Por eso nos surgen dos preguntas, ¿por qué actuaron de manera tan diferente estos dos personajes? ¿son ambos individuos ejemplares?

¡Ojalá supiera yo las respuestas! Sin embargo, podríamos decir, sin descalificarlo, que el camino que tomó Elías no siempre es el mejor ni el único posible. Así las cosas, la labor del creyente es aprender de la historia antigua y actual para intentar discernir los tiempos (1Cor 10:11). El Baalismo no se acabó por las acciones de Elías; para nada. Tampoco lo acabó Jehú militarmente (2R caps 9-10), ni las reformas religiosas de algunos reyes de Judá (Ezequías, Josías). Lo acabó el exilio. Y tampoco fue que se curaron de todo (Neh cap 5).

Toca entonces reflexionar más sobre los mecanismos con los que pretendemos corregir males sociales o cambiar la cultura, cosas que algunos intentan y otros creen que pueden lograr. Nuestra actitud hacia “la oposición” debe construirse a la luz de todas estas historias, observando el momento histórico de cada una, y por sobre todo, a la luz de Cristo y su evangelio. Esto importa porque a la hora de escoger y seguir modelos para relacionarse o no con quienes piensan distinto, para algunos solo Elías ha quedado.[1] El concurso actual es determinar cuál es el creyente verdadero. Por eso hay que preguntar, ¿a usted por qué le gustaría que lo persiguieran, por el celo de Elías o por la ética de Jesús?



[1]Quedará para otro día considerar al Elías del Nuevo Testamento, Juan el Bautista.

3 comentarios:

Gloria Esperanza García Rodríguez dijo...

Gracias por los insumos que nos regalas para pensar la respuesta a tu última pregunta...

Juanshuma dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Juanshuma dijo...

Milton buenos días. Gracias por tu reflexión, muy propicia para estos días en donde son cada vez más protagónicos los radicalismos en nombre de la fe. Un abrazo.

Juan Carlos Aguirre Neira