Dos lentes, un marco y unas gafas de sol para
leer una pandemia
Primer lente: Lectura bíblica de la pandemia
2 Caridad y ciencia, abnegación y diligencia
Milton Acosta,
PhD
Dicen que
la primera víctima de una guerra es la verdad. El dicho sería bueno si no fuera
porque parte de un presupuesto falso, que cuando no estamos en guerra los
gobiernos sí dicen la verdad. En la guerra o en una pandemia cuesta más ocultar
la verdad y, a fin de cuentas, muchos gobernantes terminan reconociendo, sin
decirlo, claro está, que hay que escuchar a los expertos y olvidarse del
rating. De todos modos, ese comportamiento tiene una explicación.
La teoría
sociolingüística conocida como crítica del discurso afirma que la misión de los
gobiernos y sus voceros ante una crisis no es decir la verdad, sino mantener la
tranquilidad y la calma. Es decir cuánto más salga el gobierno por radio y
televisión, Facebook y Twitter a decir que todo está bajo control y que no
tenemos una crisis es porque tenemos una crisis que no está bajo control. Aunque
con el tiempo se va sabiendo la verdad, los gobiernos entretanto intentan anestesiar
a los pueblos para que no sientan el guarapazo de la verdad. Ante esto, el
ciudadano no está desprotegido. Si no es muy malicioso, puede valerse entonces
de las teorías lingüísticas del discurso (Fairclough) y de los actos de habla
(Austin, Searle) para, además de escuchar lo que dice el funcionario público, preguntarse
qué está haciendo este con sus palabras. Es necesario sospechar porque esto estimula
a escuchar otras voces, en este caso las de los científicos. Nada más bíblico
que sospechar de los discursos de los gobiernos.
En el caso
actual de la pandemia provocada por la Covid-19, los expertos dicen que la
situación no cambia mientras no haya una vacuna o un tratamiento eficaz; el número
verdadero de los contagiados y la proyección tampoco se pueden determinar si no
se hace un número de pruebas estadísticamente representativo. Y si no tenemos
ni lo uno ni lo otro, seguiremos en cuarentena por edad, por sexo, por número
de documento, por número de personas, por zona, por ciudad, por región, por
apellido, por peso, por oficio, por estrato, por estatura, o por lo que sea. El
que se apriete y se afloje será un baile cuyo compás lo determinará la muerte.
Para esto es que nos toca prepararnos; los pronósticos se basan en el tiempo
que se demoran los laboratorios en producir una vacuna probada en humanos; los
más optimistas dicen que tardará un año y los más pesimistas que cuatro años
¿Puede un
gobernante hablar así, como hablan los científicos? Por un lado, hay que
entenderlos, sobre todo en momentos difíciles. Pero, por otro lado, también hay
gobernantes que se ahorran la escena patriótica del himno nacional y el puño en
el corazón, y de entrada dicen las cosas como son. ¿Deberíamos exigirles eso a
todos? Ante la cruda realidad y la incertidumbre, ¿preferimos la verdad
científica o las buenas intenciones que ignoran la ciencia?
Así, nos
viene bien pensar en dos modelos de liderazgo y de mensaje profético en
momentos históricos críticos como el actual: acompañar y proyectar. Elías y
Eliseo, siendo ellos pobres, se dedicaron a socorrer a los pobres de Israel en
medio de la pobreza, la enfermedad, las guerras, el estado de sitio y la muerte
que rondaba por todos lados; atendieron generales, viudas, profetas
desamparados, ejércitos derrotados, niños muertos (1R 17—2R 8). Así fue la
presencia de Dios en el reino de Israel, que Judá consideraba apóstata; un
mensaje encarnado, como el de Jesús (Brodie). Y que hablaron cuando hubo que hablar,
no hay duda.
Jeremías,
entre tantos mensajes que proclamó, les dijo a los habitantes de Judá,
acomódense a la vida en Babilonia porque esto va para largo (Jer 29:5-7). Los
falsos profetas decían, “enestico salimos de esta, mire y verá”. Así, hoy nos
toca escuchar a Jeremías y empezar a pensar cómo reinventar la vida, cómo generar
ingresos de otra forma, cómo ser innovadores en hacer el bien. Esto significará
hacer trueque, producir verduras, aprender costura, panadería, repostería, dar
clases virtuales, en fin, lo que se pueda. Y además, reducir los gastos al
mínimo, comer otras cosas, estrenar menos, disfrutar lo natural.
En El
amor en los tiempos del cólera hay un párrafo que sintetiza el pedido que
muchos les hacen hoy a los gobiernos: diga la verdad para que la gente sepa a
qué atenerse, tome las decisiones de orden social con el consejo de expertos en
cada cosa y provéale a los profesionales de la salud lo que necesitan para
salvar vidas:
El doctor Marco Aurelio Urbino,
padre de Juvenal, fue un héroe civil de aquellas jornadas infaustas, y también
su víctima más notable. Por determinación oficial concibió y dirigió en persona
la estrategia sanitaria, pero de su propia iniciativa acabó por intervenir en
todos los asuntos de orden social, hasta el punto de que en los instantes más
críticos de la peste no parecía existir ninguna autoridad por encima de la suya.
Años después, revisando la crónica de aquellos días, el doctor Juvenal Urbino
comprobó que el método de su padre había sido más caritativo que científico, y
que de muchos modos era contrario a la razón, así que había favorecido en gran
medida la voracidad de la peste. Lo comprobó con la compasión de los hijos a
quienes la vida ha ido convirtiendo poco a poco en padres de sus padres, y por
primera vez se dolió de no haber estado con el suyo en la soledad de sus
errores. Pero no le regateó sus méritos: la diligencia y la abnegación, y sobre
todo su valentía personal, le merecieron los muchos honores que le fueron
rendidos cuando la ciudad se restableció del desastre, y su nombre quedó
con justicia entre los de otros tantos próceres de otras guerras menos
honorables.
De la condecoración de los
ineptos y de cuándo los pueblos conocen las verdades de la historia, hablamos otro
día.©2020Milton Acosta
5 comentarios:
Excelente, Milton! Quedo pendiente de lo que sigue. Gracias por considerarme digno lector!
Excelente profesor Milton, la realidad es muy cruda de lo que uno cree, pero la verdad de la palabra de Dios es la que nos mantiene con esperanza.
Excelente, queda uno con hambre de leer más.
Mm nos plantea la gran disyuntiva entre hablar en fe o decir la verdad, aunque hablar en fe no es mentir, bueno, no siempre. Me faltó en su escrito, creo yo, el binomio: posición del "gobierno" de la iglesia evangélica ante la crisis actual, versus la opinión de los "expertos" en la Palabra, quienes, se supone, entienden la dinámica del cielo. En resumen, el mensaje pandémico de una iglesia desfasada, que oculta datos y adultera cifras y hechos, y a quien medio mundo le grita: digan la Verdad. No sé algo así. Ese era el final que esperaba.
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