agosto 09, 2008

¡Arre Caballito!

¡Arre caballito!

Desjarreta los caballos

©2008Milton Acosta

Las armas y la violencia son un problema para los hombres. ¡Cómo nos gustan las cosas bélicas: las pistolas, los aviones de guerra, los desfiles militares. La guerra y la masculinidad parecen estar incorporadas a la psiquis masculina. Los hombres con demasiada frecuencia asociamos masculinidad con violencia, peleas y guerras. En América Latina nos vendrá desde la Colonia, pero es un fenómeno universal que toma formas propias en cada país, región y familia.[1] También sería incorrecto asociar armas con hombría, con valentía o con valor, porque mucho miedo y cobardía se esconden detrás de las armas. Cualquier idiota se cree muy macho con un arma.

En el antiguo Medio Oriente, los carros tirados por caballos empezaron a usarse a finales de la Era de Bronce.[2] Muy pronto se convirtieron en símbolo del poder militar. No fue hasta la llegada del motor de combustión que los carros y caballos fueron bajados de su lugar de honor en todo el mundo.

La Biblia está sistemáticamente en contra de tres cosas: los grandes ejércitos (2 Reyes 3; 6–7), las armas de guerra (Salmo 20) y las coaliciones militares (Génesis 14). La cuestión militar es en la Biblia un asunto teológico, como todo. Si en el marxismo todo se reduce a lo económico, en la Biblia a lo teológico: por un lado afirma que las armas no son las que sostienen a un país, y por otro lado cuenta historias donde tanto los grandes ejércitos como las coaliciones militares pierden. Además, es un hecho comprobado hasta la saciedad en la historia de la humanidad: todos los imperios, a pesar de tener el poderío militar más grande del mundo, un día se caen. ¿Qué son hoy Anatolia, el imperio Hitita, Egipto, Asiria, Babilonia, Persia, Grecia, Roma, el imperio Otomano y España?

Al pueblo de Dios lo salva Dios. Israel nunca tuvo el ejército más poderoso del mundo, ni fue un gran imperio, como se cree. Siempre llevaba las de perder con Egipto, Asiria, Babilonia, Persia, Grecia y Roma. Siempre fueron menos en números, en armas y en tecnología militar. ¡Hasta los cananeos y filisteos estaban mejor armados que Israel! (Jueces 1:19; 4:3–16). Eso es lo que dice la Biblia. No es cuestión de opinión.[3]

Cuando Israel va a la guerra y vence a sus enemigos, “opera desde una posición de debilidad militar,” como en el caso de David contra Goliat. Algunas de las estrategias militares usadas por Israel resultan realmente risibles, una honda, una marcha alrededor de una ciudad gritando. Algunos de estos eventos son litúrgicos y simplemente pretenden demostrar que las victorias las gana Dios, no la superioridad de las armas (cp. 2 Reyes 2:12).[4]

Algunos ejemplos más: los jinetes, caballos y carros de los egipcios fueron derrotados con agua (Exodo 14–15); Dios le ordena a Josué (11:6) desjarretar los caballos y quemar los carros de guerra de los cananeos; la lista de cosas malas que haría un rey, advierte Samuel, incluye quitarle los mejores varones a las familias para encargarlos de los carros militares, la caballería y la fabricación de armas (1 Samuel 8:11–12); Adonías quiso usurpar el trono de David con carros y caballos, pero fracasó (1 Reyes 1); David pecó por confiar en las fuerzas militares (2 Samuel 24); Salomón tuvo muchos carros y caballos, los cuales logró gracias a sus asfixiantes impuestos, los mismos que después terminaron dividiendo el reino (1 Reyes 11–12). Podemos alargar la lista, pero estos ejemplos bastan.

Un autor sostiene que si Dios estaba a favor de la destrucción de carros y caballos, es decir, las armas de las fuerzas opresoras en tiempos de Josué, también lo está hoy. En ese sentido, Josué 11:6 es teológicamente normativo. Dios no ha cambiado. Dios es hostil a los carros y caballos y a los sistemas políticos que “los requieren, los legitiman y dependen de ellos.”[5] Dios está en contra de toda forma de dominación y opresión. De modo que las futuras referencias a “carros y caballos en la Biblia se deben leer a la luz de Josué 11:6. Los relatos de Eliseo, por ejemplo (2 Reyes 6–7), son un ejemplo de protesta contra los caballos y los carros.[6]

Por eso dice la Biblia (Salmo 20:7 y 33:16–17) que en los carros y caballos no confía el que confía en Dios. Es decir, no se puede servir a Dios y a los caballos. Debemos aclarar que los carros y caballos permanecen en la Biblia como símbolo de poder. Elías ascendió al cielo en un carro de fuego tirado por caballos de fuego (2 Reyes 2:11–12). Aquí la figura no es de un ejército, sino de alguien superior a un ejército.

El cristiano guerrerista falta a la Palabra. El cristiano no puede decir más “arre caballito” cuando ve el despliegue internacional de armas para dominar y oprimir. Está más bien llamado a desjarretar los caballos que todavía guarda en su forma de pensar con respecto a las armas de guerra y la falsa confianza éstas producen. No son las armas de Dios ni de Jesús. Y no hemos dicho nada de “qué hubiera hecho Jesús con un arma”...

©2008Milton Acosta


[1]Carol P. Christ, "Feminist liberation theology and Yahweh as Holy Warrior: An analysis of a symbol," in Women’s Spirit Bonding (New York: Pilgrim’s Press), 211, Enrique Dussel, Historia de la filosofía y filosofía de la liberación (Bogotá: Editorial Nueva América, 1994), 171. ¿Será sólo un problema de los hombres? La Biblia y algunos estudios serios muestran que las mujeres pueden ser igual de violentas.

[2]Alan R. Millard, "Methods of studying the patriarchal narratives as ancient texts," in Essays on the Patriarchal Narratives, ed. A. R. Millard y D. J. Wiseman (Leicester, Inglaterra: InterVarsity Press, 1980), 50. Sabemos que en Mesopotamia usaron vehículos con ruedas desde el cuarto milenio antes de Cristo. Parece ser que los carros se usaron primero para transporte antes que para la guerra. Véase Mary Aiken Littauer and J. H. Crouwel, "Chariots," in The Anchor Bible Reference Library, ed. David Noel Freedman (New York: Doubleday, 1992).

[3]Yadin sostiene que por causa de los carros y caballos de guerra, en la conquista de Josué, Israel evitó los valles y entró por las montañas. Yigael Yadin, "Military and Archeological Aspects of the Conquest of Canaan in the Book of Joshua," Jewish Bible Quarterly 32 (2004).

[4]Millard C. Lind, Yahweh is a Warrior (Scottdale, Pensilvania, EEUUA: Herald, 1980), 106, 84–85.

[5]Walter Brueggeman, Revelation and Violence: A Study in Contextualization (Milwaukee: Marquette University Press, 1986).

[6]Ibid., 40, 56. En el Nuevo Testamento aparecen carros y caballos en Hechos 8:28–38; Apocalipsis 9:9 y 18:13).


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimado Milton
Sin duda el tema que tratas es controversial. Creo que lo referente a la posicion de la biblia en cuanto a las armas y a la confianza en ellas es claro; sin embargo, cual crees que deberia ser nuestra posicion hacia los cristianos que estan en una carrera militar. ¿Que les decimos a ellos?

Anónimo dijo...

Muchas gracias por el comentario y la pregunta. Algunos pensamientos sobre los soldados en el ejército:

En el AT se supone que Israel tiene un ejército para defenderse de sus enemigos; pero hay por lo menos seis salvedades:
1. El caso de Josué es único
2. No toda guerra es legítima
3. Israel no es expansionista
4. Dios es quien les da la victoria desde la debilidad
5. Hay suficientes historias de derrotas para creer en la crítica de la guerra
6. La meta es que las armas se conviertan en instrumentos de trabajo

En continuidad con el AT, en el NT los ejércitos de los pueblos se suponen y no se prohibe la presencia de creyentes en ellos
1. Juan le dice a unos soldados que responden a su mensaje que cumplan su deber y no abusen del poder que dan las armas y los ejércitos (Lucas 2:14).
2. Hay soldados romanos que se convierten a Jesucristo y en ningún caso se les pide o se cuenta que hayan abandonado su profesión. De ellos se resalta su fe.
3. El centurión es un jefe militar con soldados a su cargo. Jesús sana al siervo de un centurión (Lc 7). Este centurión es un hombre romano piadoso, que ha construido una sinagoga para los judíos. Jesús lo exalta por su fe y dice: “ni siquiera en Israel he encontrado una fe tan grande.
4. Un guardián de una cárcel, también armando, cree en Jesucristo, se bautiza, y junto con él toda su familia. Tampoco se dice que al creer en Jesús abandonó su trabajo.
5. Pero desde Oseas vemos que se vislumbra una sociedad donde la meta no es el armamentismo: “aquel día haré en tu favor un pacto con los animales del campo, con las aves de los cielos y con los reptiles de la tierra. Eliminaré del país arcos, espadas y guerra, para que todos duerman seguros” (2:18). Esta es la seguridad y el sueño tranquilo sin armas.


C.S. Lewis dijo alguna vez que si dos soldados cristianos de dos ejércitos enemigos y sin saber quién es quién se disparan el uno al otro simultáneamente y ambos mueren, en el cielo se encontrarán y vivirán por la eternidad. No hay manera de probar que eso es cierto, pero sí es una deducción lógica de quien diferencia entre matar en una guerra y asesinar a alguien por motivos personales.

Sin ser esto un escrito muy elaborado, creo que los cristianos sí debemos escuchar la voz de los Menonitas, porque en general pensamos demasiado favorablemente de las guerras como si a Dios le encantaran los ejércitos y resolver todos los problemas con guerras. Peor todavía es la peligrosa idea que tienen algunos de que Dios siempre está del lado de sus ejércitos, lo cual hace que todas sus guerras sean legítimas, como si los del ejército contrario no creyeran también lo mismo.


Milton

Aarón M.R dijo...

Amor y paz viejos ....