noviembre 13, 2010

Serie Jonás—Temporada 2010—“No sonreiré para esta foto”

Quinto y Último Episodio
¡Ay no te reconocía! ¡Cómo has cambiado!

Milton Acosta, PhD


Eso de que le digan a uno “¡no te reconocía!” y “¡cómo has cambiado!” siempre lo deja a uno pensativo; crea una incertidumbre ansiosa de un espejo, un metro y una báscula. ¿Qué me habrá querido decir? ¿Me veo mejor o peor? Haber uno cambiado a tal punto que no lo reconozcan es un acontecimiento realmente extraordinario. Es como si uno fuera otro. Es decir, esta persona que nos ha dicho tal cosa nos ve en la calle y no nos reconoce. Pero no se asuste, eso puede ser bueno.
Ya hemos visto el retrato de Jonás. La conclusión a la que llegamos es que quedó mal. Por momentos el profeta quiso mostrarnos su foto de perfil, intentó forzar una sonrisa, pero nada logró; a fin de cuentas la foto que ha quedado es aquella donde Jonás aparece muy malhumorado.
Después de mirar todo el álbum de Jonás, la pregunta que nos hacemos es esta, ¿Qué interés pudo haber tenido el escritor bíblico en mostrarnos a Jonás así, mal? A esto lo llaman en hermenéutica la intención del autor, por qué escribe el que escribe. Por mucho que los posmodernos pretendan sepultar al autor, ellos mismos escriben con un propósito y hasta se molestan cuando los interpretan mal.
Por momentos el autor de Jonás se parece a un paparazzi, esos que les toman fotos a los famosos en momentos íntimos y en situaciones vergonzosas o indignas de su investidura. Berlusconi los conoce bien.
Pero no puede ser. El paparazzi se lucra con su costosa cámara. Cuánto más famoso el objetivo de la lente y más vergonzosa la escena, más vale la foto. Jonás definitivamente no es un profeta famoso. Apenas si aparece citado en un versiculito por allá en el libro de Reyes. Ni se sabe quién es. ¿Qué paparazzi iba a tener interés en Jonás? ¿Quién iba a pagar nada por sus fotos? ¿Qué enemigo iba a querer ponerlo en la picota pública? No hay nada de eso. Del rey Salomón lo creería, ¿pero Jonás?
Con todo, o mejor dicho, con poco, Jonás figura entre los profetas. Por eso, y por obvias razones le preguntamos a Jonás, como le preguntó el capitán del barco, ¿Qué haces tú aquí con los profetas? Jonás parece estar en fuera de lugar donde él se mete y donde lo meten.
La razón por la que un profeta (casi) sin mensaje aparece junto con los profetas es que el mensaje del libro no está en lo que el profeta dice, sino en lo que hace. Pero, si lo que hace el profeta no es ejemplar, ¿el interés del autor es solamente el desprestigio, la ridiculización y la burla? No creo. No es el estilo de los buenos escritores, y menos de los bíblicos. Quizá haya otra alternativa.
Susan Garret ha hecho una interesante propuesta sobre los relatos de los discípulos de Jesús en Marcos; me parece de gran utilidad para leer libros como Jonás. En síntesis, Garret piensa que el propósito de Marcos al presentarnos a los discípulos como un problema (incrédulos, miedosos, ineptos, no entienden, estorban, fracasan) es para que luego nos llenemos de asombro y esperanza al verlos después de la resurrección: decididos, comprometidos, atrevidos, animados y animando a otros, llenos del Espíritu, exitosos en la misión.[1] Son irreconocibles. ¡Cómo han cambiado!
El autor de Jonás probablemente escribe como Marcos el evangelista, con esperanza. Con la esperanza que Jonás sea transformado, junto con el lector de su historia en la cual también el creyente se ve retratado. Por eso tal vez es que el libro termina con una pregunta que invita a Jonás y al lector a pensar: Piensa en tu actitud hacia tus enemigos; piensa en lo que Dios ha hecho contigo; piensa en tu falsa piedad; piensa en la misericordia de Dios contigo; piensa en lo que Dios ha hecho a pesar de tus imperfecciones; piensa en la misión de Dios. Es decir, cambia tu forma de pensar.
A los discípulos les importaba más lo que a Jesús le importaba menos; así fue Jonás. Y son tan ciegos a sus propios desatinos y conductas que se empecinan en defender enérgicamente sus equivocadas causas. Pero Dios es bueno y es paciente; les permitió no sonreír en una foto. Así, entonces, probablemente la diferencia entre Jonás y los discípulos es que estos últimos tuvieron el beneficio de la foto antes y después. De modo que si no te reconozco la próxima vez que te vea, dale gracias a Dios.
Fin de la Serie Jonás: “No sonreiré para esta foto”


[1]Susan Garrett, The temptations of Jesus in Mark's Gospel (Grand Rapids: Eerdmans, 1998), esp. de la página 159 en adelante.

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