diciembre 18, 2010

Reflexión Navideña 2010-2

Innundaciones en Colombia
¿Quién tuvo la culpa?
Milton Acosta, PhD

 He escuchado tres interpretaciones de las inundaciones en Colombia y de los daños que han causado: primero, que es castigo divino; segundo, que es producto de la corrupción del gobierno; y tercero, que es por no saber convivir con la naturaleza. Reflexionemos en las tres.
1. Es común que en la Biblia el desastre se interprete como acción divina que busca la conversión de quienes no escuchan la voz de Dios. Los desastres y las calamidades en la mayoría de los casos son oportunidades para el arrepentimiento. El sacudón trágico viene como último recurso divino después de muchas advertencias. El problema en Colombia es que tenemos tantos desastres que cualquier predicador de mal agüero que anuncie desastres, termina acertando bien pronto.
2. Un columnista del diario medellinense “El Colombiano” dice que no se puede interpretar estos desastres como castigo divino; además de que no es cierto, tal lectura hace que los culpables eludan sus responsabilidades. Es decir, si se hace un dique, hay que hacerle mantenimiento; si se hace una carretera en la falda de la montaña, hay que dialogar con la montaña; como a novia caprichosa, a la cordillera hay que preguntarle con frecuencia cómo quiere que la traten.
3. Por último, científicos colombianos dicen que hay inundaciones en las zonas de inundación porque son naturalmente eso, zonas de inundación. En Colombia hay muchas zonas bajas que se han inundado por siglos. No son zonas aptas para la vivienda permanente. Esas aguas deben quedarse allí para cuando venga la sequía, y se deben aprovechar; en otras palabras, la tragedia es que se sequen. Quienes quieran vivir allí tienen que construir viviendas propias del agua, tipo palafitos. No existe otra alternativa mientras no aprendamos de los holandeses a convivir con el agua.
Cualquiera que sea “la mejor explicación”, de muy poco le servirá a quien está con el agua al cuello. La gente termina viviendo donde puede y como puede. Cuesta creer que Dios siempre castigue a los mismos cada cierto número de años. En nada consuela a quien todo lo perdió saber que votó mal o que sus gobernantes le han quedado mal. Tampoco le devolverá nada al damnificado entender los ciclos de la naturaleza. Ahora tres reflexiones para corto, mediano y largo plazo.
1. Escuchemos a los científicos y aprendamos a votar. Se necesitan políticas nacionales territoriales y de vivienda que vayan más allá de los intereses politiqueros de los candidatos y los gobernantes de turno. Mientras los electores no pensemos más allá del beneficio personal inmediato, estamos condenados, como país, a vivir de escándalo en escándalo y de tragedia en tragedia. Si no hay una debida interacción con la naturaleza es porque alguien dejó de cumplir con su trabajo o se embolsilló los recursos que hubieran evitado el desastre. Pero, si se culpa a los funcionarios, también se debe culpar a quienes los eligieron. Es decir, tanto el político corrupto como quien lo elige deben sufrir de insomnio, ataques de pánico, delirio de persecución y culpabilidad severa.
2. Cualquiera que sea la explicación de lo ocurrido, la gente que está sufriendo necesita de nuestra solidaridad ya. El ejemplo nos lo da Dios mismo. La Biblia dice que “Dios muestra su amor para con nosotros en que aun siendo pecadores, Cristo murió por nosotros.” El que se reconozcan las culpas no es excusa ni razón para endurecer el corazón. Dios sabe que somos culpables, pero nos ama. Dios sabe que hemos sido desobedientes, pero envió a su Hijo Jesús, precisamente porque no podíamos hacer nada por nosotros mismos para salvarnos de la condenación y la auto-destrucción.
3. Si la tragedia es castigo divino o no, no perdamos los colombianos la oportunidad para reflexionar en nuestros caminos, para volver a Dios, para venir por primera vez. Así como existe el castigo, también existen las pruebas. Éstas últimas nos enseñan a confiar en Dios. Quien está pisando tierra firme no piense que es menos pecador que quien está inundado. En la desgracia es probado el corazón de quien sufre y de quien ve su sufrimiento.
En Navidad celebramos que Dios se hizo hombre para darnos vida nueva, para liberarnos de los egoísmos y de toda forma de corrupción. Esta vez no le deseo una Feliz Navidad, sino que le haga feliz la Navidad a alguien. Tal vez así podamos todos algún día tener una Feliz Navidad.
©2010Milton Acosta

4 comentarios:

Razonador dijo...

Cualquier fenómeno se puede interpretar de infinitas maneras. Ahora bien, ¿tienes argumentos científicos que avalen algo? Si no todo es pura palabrería y superstición. Solo desde la honestidad de aportar datos científicos se puede hablar de verdad. Gracias!!

Jovanni Caballero dijo...

El articulo del Dr Acosta corrige la supestición del evanelico promedio Colombiano. Estoy viviendo de cerca la tragedfia poir el mencionada y este articulo me sirve de base para responder a preguntas que amigos me venian haciendo. Ah... a proposito de navidad, con sultar mi ultima publicación bajo el titulo, es navidad... ¡comamos y bebamos; en:convozalta.blogspot.com

Anónimo dijo...

Solo Dios sabe las razones pero es una realidad que Colombia ha arrebasado la corrupcion y sus mujeres haciendo lo que sea por salir de ahi robando todo hombre especialmente los casados

Anónimo dijo...

y pasó un año... y todo sigue igual...