El estilo de vida sencillo
Milton
Acosta, PhD
Cada uno
vive según sus posibilidades económicas, pero también hay quienes viven por
encima y otros por debajo de estas. Cuando uno vive por encima de sus
posibilidades, hace una de tres cosas, o vive endeudado permanentemente, o
invierte las prioridades en el gasto, o es un mantenido. La segunda consiste,
por ejemplo, en estar a la moda y no tener para comer bien, tener lo último en
tecnología y no tener para el transporte al final del mes, o conducir un buen
automóvil y tener a los hijos en un mal colegio; los ejemplos abundan. De todos
modos, vivir endeudado es muy complicado, pero vivir mantenido es muy sabroso.
El estilo
de vida sencillo, que es lo que nos interesa en el momento, consiste en vivir
con lo necesario, ni más ni menos (algunos añadieron la renuncia al poder y sus
símbolos). Como consta en la literatura, esta forma de pensar el discipulado
cristiano hizo carrera en América Latina principalmente en las décadas del 60
al 80 del siglo veinte; sobresalen Gustavo Gutiérrez, entre los teólogos de la
liberación y René Padilla en la IFES y la Fraternidad Teológica Latinoamericana.
Detrás de
la práctica del estilo de vida sencillo hay una teología del discipulado
cristiano. En pocas palabras, se trata de imitar a Jesús, quien claramente vivió
por debajo de sus posibilidades (Fil 2:5-8); no se endeudó, pero sí fue, junto
con sus discípulos, mantenido por algunas mujeres (Lc 8:1-3). Dirán los
holgazanes que son fieles discípulos de Cristo.
Lo curioso
de este tema es que los practicantes y promotores del estilo de vida sencillo en
la actualidad son otros. Se encuentran en TED Talks, Netflix y YouTube. Se trata de los predicadores del evangelio del
medio ambiente. Evangelio decimos porque se trata literalmente de la salvación
de la humanidad. Un factor fundamental en este discurso salvífico es la
imperiosa necesidad de disminuir la producción de basura y el consumo de
contaminantes del medio ambiente con el fin de detener el deterioro sostenido y
galopante de la naturaleza de la que los seres humanos somos parte.
Es claro
que esto está directamente ligado al consumismo en el que ha caído la humanidad
gracias al motor del capitalismo, el neoliberalismo, la vanidad, la codicia y
la estupidez humanas. Dos de las más claras muestras de ello es todo el veneno
y la basura que echamos constantemente a los ríos, y los rellenos sanitarios en
los alrededores de las grandes ciudades del mundo que ya no dan abasto. Así, mucho
de lo que hoy llamamos “progreso y desarrollo” ha contribuido
significativamente a la destrucción del único lugar donde podemos vivir los
seres humanos, el planeta tierra. Para lograr esta gran devastación, todos
hemos aportado nuestros granitos y toneladas de mercurio, de plástico, de CO2 y
demás.
Todo lo que
se consume invita a la producción de más. De modo que consumir menos reduce la
producción de todo lo que consumimos, incluyendo ropa, calzado, plástico,
automóviles, electrodomésticos, aparatos electrónicos. De ahí los cinco
mandamientos para ayudar a detener la destrucción de nuestro hábitat: rechazar,
reducir, reutilizar, reciclar y compostar. Es posible rechazar lo que nos
ofrezcan envasado, empacado o servido en plástico desechable, podemos reducir
nuestras posesiones y consumo de suntuosidades, se puede darle un nuevo uso a
las cosas antes de tirarlas a la basura, hay formas de separar lo desechado
para que se vuelva a transformar en otro producto y, finalmente, es posible
convertir los desechos orgánicos en abono y devolverlos a la tierra. Algunas de
estas actividades requieren más esfuerzo que otras, pero si tienes a tus abuelos
vivos, tal vez ellos puedan enseñarte un poco, especialmente si se criaron en
el campo. Son expertos en todo esto.
Es cierto
que el discurso ambientalista es para muchos un negocio, pero el cuidado del
planeta por vía del estilo de vida sencillo y el desapego a los bienes
materiales es uno de esos ejemplos donde los que afirmamos y defendemos la
Biblia y los valores cristianos, tenemos que reconocer que no hemos sido el
mejor ejemplo en el cuidado de la creación y que son otros los que, sin argumentos
teológicos, cuidan de esta creación como si creyeran en Génesis 1 y 2. Quién lo
hubiera creído, los “paganos” nos dan a los cristianos lecciones de teología de
la creación, de cristología y de discipulado.©Milton Acosta 2018
1 comentario:
Muy bueno Milton!!
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