Más malo que la maldad
Milton Acosta, PhD
Jeroboán fue un rey malo. Malo como él solo. Más malo
que la maldad. No hubo en Israel rey más malo que Jeroboán. Sin embargo, la
petición que le hizo a Roboán de bajar los impuestos al pueblo era justa. Así, Jeroboán
pasó a la historia como el rey malo, pero políticamente astuto; mientras que
Roboán es recordado como el rey políticamente inepto, que no escuchó el clamor
del pueblo, que no bajó los impuestos a quien debía habérselos bajado (1R
12:1-20). Creyó que por ser el rey legítimo, descendiente de David, nada menos,
podía simplemente ejecutar su plan de gobierno y ya, y al que no le guste, pues
de malas. Pues no.
Jeroboán es el vocero del descontento, lo cual en
teoría facilita la negociación; en teoría. El reclamo de Jeroboán al joven
Roboán estaba basado en hechos reales: una carga tributaria desproporcionada que
le rompía el lomo al pueblo trabajador. Esto nadie lo negó, ni hubo acusaciones
de ideologías o de influencia extranjera en el reclamo. Hasta el mismo Roboán
tuvo la desfachatez de reconocerlo con una arrogancia sin precedentes en rey
joven alguno: “Si mi padre les impuso un yugo pesado, ¡yo les aumentaré la
carga! Si él los castigaba a ustedes con una vara, ¡yo lo haré con un látigo!”
(1R 12:14). Habrase visto tanta insolencia en tan pocas palabras. Cero
diplomacia. Se le reconoce, sin embargo, que por lo menos había correspondencia
entre lo que dijo y lo que hizo, o quiso hacer, más bien.
Ante la tozudez de Roboán, Jeroboán supo capitalizar
políticamente la polarización del momento histórico y fundó el reino de Israel,
al norte. El reino antes fundado por David y cimentado por Salomón (a punta de
impuestos insufribles) se dividió; todos perdieron. De las doce tribus, solo
una se quedó con Roboán, Judá, al sur, por lealtad tribal, o por “la llamada de
la tribu”, como diría Vargas Llosa. Se dirá que Israel a la postre fue un reino
pagano y que finalmente fue destruido. Cierto. Pero Judá no fue menos pagano y
también fue destruido. Se dirá que el Mesías vino de Judá y que tal y cual y
Pascual. Cierto. Pero no fue por ser mejor (Ez 23:1-49, Rated R, reader
discretion is advised); fue por la gracia de Dios manifestada en las
promesas a David, quien tampoco fue una perita en dulce que digamos, y de
alguna manera su vida representa al pueblo de Dios en lo bueno y lo malo.
A Roboán le tocó el momento de la historia en que todos
salieron a reclamar en masa por el descontento acumulado por décadas. No era su
culpa y tampoco estaba preparado para gobernar, pero tenía que aprender, responder y hacer lo
correcto, buscar consejo y actuar. En esas, Roboán se debate entre el consejo del
gabinete de los jóvenes que sirve a los intereses de los poderosos y el consejo
de los sabios que sirve a la gobernabilidad, la justicia y a los intereses de
los trabajadores. El joven rey tenía cuarenta y un años (1R 14:21); no instaló
mesa de negociación y se decidió por los primeros,
por los jóvenes que aconsejaban apretar más las clavijas. Entonces Jeroboán, como si
lo estuviera deseando, como si hubiera visto en esto una respuesta a su oración,
dijo, carpe diem! Y supo ilusionar a las mayorías, ponerlas de su parte
y llevarlas a levantarse contra el desilusionante rey joven; rey joven con
política vieja. De esta manera Roboán perdió hacha, calabaza y miel. Y no es
que por esto Jeroboán fuera bueno; también siguió después malos consejos y
condujo a Israel a la idolatría (1R 12:25-33). El punto es que Jeroboán tuvo la
astucia política que no tuvo el otro, Roboán, que por pretender gobernar a
favor una minoría poderosa fortaleció a la oposición, aumentó la polarización y
debilitó su poder. Sufrió grave equivocación al pensar que el poder político es
cosa que se hereda, se conserva y se impone. El mundo había cambiado, el tiempo
de Salomón había pasado y Roboán no se daba por enterado.
La interpretación teológica intrabíblica dirá que todo
esto es voluntad de Dios (1R 12:24), pero no por esto deja de ser también obra
de los actores humanos, como el mismo texto bíblico lo relata, que una cosa
lleva a la otra. ¡Cuánto ayudaría que la Biblia llegara a las esferas del
gobierno! Por lo menos se aprendería (1) algunas lecciones que explican cierta
impopularidad, (2) a quién debe escuchar el gobernante impopular y (3) a
diferenciar impopularidad por descontento legítimo de oposición política
oportunista. ¡Venga tu reino, Señor! ©2019Milton Acosta
5 comentarios:
Excelente apreciación, ayuda a ver las cosas desde una perspectiva realista. Tristemente la historia se repite, me queda el consuelo de saber lo que es correcto y debería hacerse y me da luz para actuar en medio de mi comunidad aunque el gobierno no actúe.
"Nunca se notó tanta insolencia en tan pocas palabras" me quedó un eco fuerte!
Sí llegan al alto gobierno Milton, y de boca de pastores, senadores y representantes, lo que pasa es que llega con una interpretación distorsionada; que alivio hermano, estas reflexiones caen como un bálsamo; Dios te guíe en tus escritos.
De qué me hablas viejo?
Reconozco su valía como intérprete de la Biblia,su trayectoria como profesor de AT y claro, su altísimo nivel intelectual; pero tengo que decir que si intenta hacer una analogía con el gobierno de Iván Duque no le va muy bien. Seguro le faltó información.
Publicar un comentario