Tamar y Mockus
Milton
Acosta, PhD
En el CV
del hoy senador Antanas Mockus quedará registrado que en un par de ocasiones se
bajó los pantalones y les mostró el trasero a un público empecinado en no
prestar atención a quien les hablaba de cosas importantes. En la primera
ocasión lo hizo en un auditorio de la Universidad Nacional de Colombia, una de las
más importantes del país, ante un grupo de estudiantes que no lo dejaba hablar,
siendo él rector de esa misma universidad. La segunda vez fue en el recinto del
Congreso de la República de Colombia, una de las instituciones más importantes
del país, ante todos los congresistas que no dejaban hablar al presidente del
Congreso, siendo Mockus congresista.
Las
acciones del senador Mockus tienen un paralelo en la Biblia, quizá mucho más escandaloso
todavía. Ocurre exactamente lo mismo: alguien comete un acto indigno con el fin
de llamar la atención de la sociedad y así señalar un problema peor. Se trata de
Tamar.
La historia
completa de Tamar se puede leer en Génesis 38. La única forma que Tamar
encontró para mostrar la injusticia que se ha cometido con ella, y seguramente
con muchas otras mujeres en la historia de Israel, fue vistiéndose y actuando
como prostituta para engañar a su propio suegro y quedar embarazada de este. Cuando
se descubre que Tamar está embarazada todos los líderes concluyen que hay que
denunciarla. Judá considera que Tamar merece ser quemada por semejante
indecencia. Pero la dignidad y la autoridad de Judá no le duraron mucho. Tamar
se había asegurado de recaudar evidencia que demostrara que su propio suegro, el
que ordena quemarla, era el que se había acostado con la “mala mujer” y por
tanto, padre del hijo que llevaba en el vientre.
La trampa
de Tamar fue perfecta. A Judá no le quedaba más remedio que reconocer, no solo
que ese era su hijo, sino las razones por las que Tamar hizo lo que hizo. Pero
el mayor reconocimiento es el que nos interesa aquí porque sirve para mostrar
la hipocresía de la sociedad que no es capaz de escandalizarse por los mayores
males que la destruyen: la injusticia contra grupos sociales tradicional y
sistemáticamente oprimidos y marginados. Ese es el escándalo al que nos hemos
acostumbrado y que a nadie le causa nada.
Tamar, como
Mockus, fue una persona de armas tomar. Pero no fueron armas que matan, sino
armas pedagógicas cuyo propósito no es eliminar físicamente al que piensa
diferente, sino transformar la sociedad. El veredicto final de Judá con
respecto a Tamar es importante, ṣād̲əqâ mimmennî (צָדְקָה מִמֶּנִּי): “es más justa que yo”. Es decir, si tocara escoger entre las
dos, la justicia es más importante que la moralidad. Los moralizadores se
condenarán en su moralidad, si la moral no se transforma en ética que a su vez
transforma la sociedad. No es poca cosa que Tamar aparezca en la
genealogía de Jesús.
El
propósito del texto bíblico no es recomendar que todas las mujeres sean
prostitutas, porque Tamar no lo fue, ni que todos los hombres nos bajemos los
pantalones. Estos no son vivas a la prostitución ni al nudismo. Si bien para
poder bajarse los pantalones hay que tenerlos, con ellos abajo tampoco vamos a
llegar muy lejos. Primero porque es difícil caminar con los pantalones abajo, y
segundo porque la repetición de estos actos hace que pierdan su valor simbólico;
pierden su elemento chocante y con este su valor comunicativo.
El escritor
bíblico, inspirado por Dios, no pensó que Tamar corrompiera la sociedad, sino
todo lo contrario. Quien corrompe a la sociedad es la gente como Judá y sus
hijos, que practican la injusticia, pero ante los demás aparece como rectos,
probos y dignos. Tamar es más bien
purificadora de la sociedad, no porque la prostitución santifique ni
purifique, sino porque en las sociedades cuyos oídos están tapados y los
corazones encallecidos por la mentalidad de colar el mosquito y tragarse el
camello (Mt 23:24), este tipo de acciones extremas son de las pocas que tienen
la posibilidad de sacar a la luz la verdadera maldad. Tamar y Mockus son los
personajes de la historia que arriesgan su dignidad para mostrar cuán
hipócritas somos los demás.©2018Milton Acosta
2 comentarios:
Buenas tardes profesor Milton. Creo que tamar y Mockus tienen propósitos diferentes, la primera tener hijos,el segundo sacarse el clavo ante quienes se oponian a su nombramiento como senador. No veo el paralelo ni la equivalencia de la historia de Tamar y Mockus. Un pésimo ejemplo Mockus para los jóvenes y niños de hoy.
Tal vez por esa necesidad de generar actos que rompan la "normalidad" como forma de protesta , es tan absurda la postura del nuevo mindefensa. Una protesta "organizada" , es totalmente inútil, las protestas deben generar sin violencia, una perturbación.
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